Imágenes
Que del placer que se gozó sin tasa, nadie se ha dado cuenta hasta que se pasa.
José de Espronceda
Ya osan ser libres los armados brazos y ya rompen la bárbara coyunda, y con júbilo a ti, todos ¡oh muerte! y a ti, divina libertad, saludan.
¿Quién pensará jamás, Teresa mía, que fuera eterno manantial de llanto tanto inocente amor, tanta alegría, tantas delicias y delirio tanto? ¿Quién pensará jamás llegase un día en que, perdido el celestial encanto y caída la venda de los ojos, cuanto diera placer causara enojos?