Imágenes
Y para los amantes su amor desesperado podrá ser un delito... pero nunca un pecado.
José Ángel Buesa
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Pero no olvido aquel deslumbramiento, aquella gloria del primer momento, al ver tus ojos por primera vez.
Y siento celos al pensar que un día, alguien, que no te ha visto todavía, verá tus ojos por primera vez.
Soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar, soñaré con tus labios desesperadamente, soñaré con tus besos... Y jamás lo sabrás.
Tu corazón es igual que una playa, que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.
Tan fresca la risa fluía, que su agua la fuente sonante por ti detenía.
Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado, la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.
Un amor que razona, que contrata su ensueño, inevitablemente será un amor pequeño.
O acaso cierta noche de amor y de locura yo vivía un ensueño y... Y usted una aventura.
Te digo adiós si acaso te quiero todavía quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós. No sé si me quisiste... No sé si te quería o tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer un hombre enloquecido besará una mujer.
Por más que ambiciones, humilde o arrogante, sólo has de ser el dueño de lo que eres esclavo.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo regresarás... sé sólo que te estaré esperando.