Imágenes
Yo creo en el amor más que en mis ojos y más que en el poder y el entusiasmo.
Jorge Debravo
Un millón de niñitos se nos muere de hambre y un silencio se duerme contemplándolos.
En este mismo instante yo te amo. Amo tu voz, tu amor, tu pelo, y sin embargo no sabría decirte por qué llevo tu rostro calado entre mis huesos...
Tu olor de tierra en celo se me acerca y me navega el cuerpo como un barco.
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo resume una experiencia de entusiasmo.
Más que cualquier olor, es delicioso el perfume del hombre.
Y más que cualquier dios, es creadora la esperanza del hombre.
Creo en el corazón del hombre, creo que es de pura caricia a pesar de las manos que a veces asesinan, sin saberlo, y manejan fusiles sanguinarios.
Porque si y porque no, a medio reproche, desnudaste también, entre la noche, la noche pequeñita de tu sexo.
Nosotros no podríamos ser felices sin este amor de carne transparente: nos matarían las grandes cicatrices que nos puso el dolor sobre la frente.
Yo quiero estar desnudo más que vivo, desnudo de rencor, de piel, de frente, tener un corazón desnudo y rudo.
A veces me siento triste porque las piedras no tienen labios, ni besos, ni palabras.
Y aunque dudes o creas, aunque sangres o rías, irás entre poleas junto a mis alegrías, soñando que chispeas, soñando que te enfrías...
Muere un amor en mitad de la esperanza y un silencio sepulta su cadáver de pájaro.
Todo en la tierra se aleja alguna vez. La luna y el paisaje. El amor y la vida.
Soy hombre, es decir, animal con palabras.
Creo que los países serán un solo sitio de amor para los hombres, a pesar de los pactos, a pesar de los límites, los cónsules, a pesar de los libres que se dan por esclavos.
Porque a mí me podrían arrancar el recuerdo como un brazo, pero no la esperanza que es de hueso y cuando me la arranquen dejaré de ser esto que te estrecha las manos.
El reloj, en mi muñeca, dice que son las cinco de la tarde. La hora de los adioses, la hora en que la misma tarde agita nubecillas en despedida.
Creo en la libertad a pesar de los cepos, a pesar de los campos alambrados.
Porque la piel de tus labios y de tu lengua es como una madera roja y empapada de savia.
¡Ah, qué suaves son tus labios! El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso como un gran árbol con un follaje nuevo.
Olvídate del mundo. Piensa solamente en lo que llevas piel adentro y sabrás qué dulce y qué sabroso es, de pronto, vivir.
Porque esta vida es un milagro abierto...
Aunque hundamos a puños la tristeza y cerremos con besos cada herida el amor nos rebosa en la cabeza como un agua fatal, enardecida.
Yo tomaré, de fiesta, lo que quieras, aunque sea el milagrillo más pequeño. No es que yo sea mendigo, es que cualquier amor es amor bueno.
Tu amor es una nota musical y perfecta como el sonido que dan ciertas maderas cuando son trabajadas.
Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas y a pesar de los cascos.