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La historia nos obliga a pensar mal, por triste experiencia, de la especie humana, cuando nos enseña con qué rigurosa proporción las consideraciones, la honra, los bienes y la felicidad de una clase dependieron siempre de su poder para defenderse e imponerse.
John Stuart Mill
La originalidad es la única cosa cuya utilidad no pueden comprender los espíritus vulgares.
Los únicos que son felices son los que tienen sus mentes fijas en algún objeto que no sea su propia felicidad.
De esas falsas teorías, la más notable es la doctrina de la protección a la industria nacional; frase que significa la prohibición o la restricción por medio de fuertes derechos de aduana, de aquellas mercancías extranjeras que pueden producirse en el país.
Cualquier cosa que sofoque la individualidad es despotismo, llámese como se llame.
Confieso que no me entusiasma el ideal de vida que nos presentan aquellos que creen que el estado normal del hombre es luchar sin fin para salir de apuros, que esa refriega en la que todos pisan, se dan codazos y se aplastan, típica de la sociedad actual, sea el destino más deseable de la humanidad.
No importa si no es más bello o si no conviene, el cambio se hace por el cambio mismo.
El credo que acepta la Utilidad o Principio de la Mayor Felicidad como fundamento de la moral, sostiene que las acciones son justas en la proporción con que tienden a promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende por felicidad el placer, y la ausencia de dolor; por infelicidad, el dolor y la ausencia de placer.
Justicia es el nombre que se da a la clase de reglas morales que más íntimamente conciernen a lo esencial del bienestar humano y, por lo tanto, obligan de un modo más absoluto que todas las otras reglas de conducta de la vida.
Todo aquello que facilita la venta de la tierra tiende a hacerla más productiva para la comunidad en general; todo lo que impide o restringe su venta, disminuye su utilidad.
Bajo los reyes, gobiernan las mujeres, bajo las reinas, los hombres.
Todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre que se le dé, es despotismo.
La única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, por nuestro camino propio, en tanto no privemos a los demás del suyo o le impidamos esforzarse por conseguirlo.
Los impuestos sobre las cosas necesarias tienen, pues, que producir uno de estos dos efectos: empeorar la situación de las clases trabajadoras o exigir de los dueños del capital, además de la parte que a ellos les corresponde del impuesto en las cosas que consumen, el importe del mismo sobre las cosas que consumen los trabajadores.
La naturaleza humana no es una máquina que se construye según un modelo y dispuesta a hacer exactamente el trabajo que sea prescrito, sino un árbol que necesita crecer y desarrollarse por todos lados, según las tendencias de sus fuerzas interiores, que hacen de él una cosa viva.
Después del egoísmo la principal causa de una vida insatisfactoria es la carencia de la cultura intelectual.
El joven Sócrates escuchaba al viejo Protágoras y mantenía (si el diálogo de Platón esta basado en una conversación real) la teoría del utilitarismo frente a la moral popular.
La disciplina es más poderosa que el número, y la disciplina, esto es, la perfecta cooperación, es un atributo de la civilización.
Pero en las teorías políticas y filosóficas, como en las personas, el éxito saca a la luz defectos y debilidades que el fracaso nunca hubiera mostrado a la observación.
Creo que las relaciones sociales entre ambos sexos,-aquellas que hacen depender a un sexo del otro, en nombre de la ley,-son malas en sí mismas, y forman hoy uno de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad; entiendo que deben sustituirse por una igualdad perfecta, sin privilegio ni poder para un sexo ni incapacidad alguna para el otro.
Todo ser humano debidamente educado siente un sincero interés por el bien público.
La libertad consiste en hacer lo que se desea.
Los impuestos directos sobre el ingreso deben reservarse como un recurso extraordinario para los casos de urgencia nacional, en los cuales la necesidad de grandes ingresos adicionales hace desaparecer todas las objeciones.
El principio mismo de la religión dogmática, la moral dogmática, la filosofía dogmática, es lo que requiere ser eliminado; no alguna manifestación particular de ese principio.
Lo que mata la individualidad es el despotismo, sea cualquiera el nombre que se le dé.
Haz como querrías que hicieran contigo y ama a tu prójimo como a ti mismo.
Los que pretenden obligar a la mujer al matrimonio cerrándola las demás salidas, se exponen a igual réplica. Si piensan lo que dicen, su opinión significa que el hombre no hace el matrimonio lo bastante apetecible para la mujer, a fin de tentarla por las ventajas que reúne.
Un discípulo de quien jamás se pide nada que no pueda hacer, nunca hace todo lo que puede.
Obra de manera que tu regla de conducta pueda ser adoptada como ley por todos los seres racionales.
La fatal tendencia de los hombres a dejar de pensar en una cosa, cuando ya no ofrece ésta lugar a dudas, es la causa de la mitad de sus errores.
Nunca, en verdad, vacilé en la convicción de que la felicidad es la prueba de toda regla de conducta y el fin de la vida.
El deber es cosa que puede exigirse a una persona lo mismo que se exige el pago de una deuda.
Tener derecho, pues, es tener algo cuya posesión debe garantizar la sociedad.
Pregúntate si eres feliz y dejarás de serlo.
He aprendido a buscar mi felicidad limitando mis deseos en vez de satisfacerlos.
La gran virtud de los seres humanos racionales y nobles es la aptitud para vivir juntos como iguales, sin reclamar para sí nada más de lo que libremente se otorga a otro.
La masa no toma sus ideas de los dignatarios de la Iglesia o del Estado, de los grandes maestros del pueblo o de los libros. Sus opiniones son moldeadas, a su medida, por hombres (en general) de su misma contextura, que le arengan o hablan en su nombre, bajo el acicate del momento, valiéndose de los periódicos.
Al estudiante que nunca se le pide que haga lo que no puede, nunca hace lo que puede.
Los principales elementos que integran una vida satisfecha son dos: la tranquilidad y el estímulo.
El Estado tiene por necesidad que proveer a la subsistencia del pobre que ha cometido un crimen mientras sufre el castigo, el no hacer lo mismo por el pobre que no ha faltado a la ley equivale a premiar el crimen.