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El producto bruto de la industria consta de dos partes: una que sirve para reponer el capital consumido, mientras la otra es la ganancia.
John Stuart Mill
La libertad del individuo debe estar limitada de algún modo; no debe convertirse en molestia para los otros.
Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho.
Cada uno es el guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale ganando más consintiendo que cada cual viva a su manera antes que obligándose a vivir a la manera de los demás.
Todo lo que sofoca la individualidad humana es despotismo, sea cualquiera el nombre con que vaya disfrazado.
Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su mente, el individuo es soberano.
La convicción profunda de un hombre le substrae a los ataques del ridículo.
No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación.
Uno de los casos más comunes de impuestos discriminatorios es el de un derecho sobre la importación de una mercancía que puede producirse en el país, no acompañado de un impuesto equivalente sobre la producción nacional.
El valor de una nación no es otra cosa que el valor de los individuos que la componen.
Los poderosos del mundo no conocieron la necesidad de la moderación hasta que a su vez tuvieron que sufrir el empuje de una fuerza superior y arrolladora.
Hay, sin duda, hombres y mujeres a quienes no satisfará la igualdad, con quienes no habrá paz ni sosiego mientras no reine su voluntad sin traba alguna. Para esta clase de personas está hecha de molde la ley del divorcio. Nacieron para vivir solas, y a nadie debe obligarse a que asocie su vida con la de tales seres.
El amor al dinero es no sólo una de las más poderosas fuerzas motrices de la vida humana, sino que en muchos casos se desea por sí mismo; el deseo de poseerlo es a menudo tan fuerte como el deseo de usarlo, y sigue en aumento a medida que mueren todos los deseos que apuntan a fines situados más allá del dinero, pero son conseguidos con él.
Una constitución democrática que no se apoye sobre instituciones democráticas en sus detalles, sino que se limite al gobierno central, no sólo no es libertad política, sino que con frecuencia crea un espíritu que es precisamente el opuesto, llevando hasta las capas más bajas de la sociedad el deseo y la ambición de dominio político.
La caridad casi siempre peca por exceso o por defecto: malgasta sus tesoros en un sitio y deja que la gente muera de hambre en otros.
Siendo necesario para el progreso moderno que muchas ocupaciones industriales se realicen con capitales cada vez mayores, todo aquello que impida o entrabe la formación de grandes capitales por la agregación de otros más pequeños, hará que sea menor la capacidad productiva de la industria.
Los seres humanos tienen facultades más elevadas que los apetitos animales y, una vez se han hecho conscientes de ellas, no consideran como felicidad nada que no incluya su satisfacción.
Ningún problema económico tiene una solución puramente económica.
Hasta hoy las máquinas no han abreviado una hora el trabajo de un solo ser humano.
Aunque las circunstancias influyen mucho sobre nuestro carácter, la voluntad puede modificar en nuestro favor las circunstancias.
No hay medio de averiguar lo que un individuo es capaz de hacer sino dejándole que pruebe, y el individuo no puede ser reemplazado por otro individuo en lo que toca a resolver sobre la propia vida, el propio destino y la felicidad propia.
Los conservadores no son necesariamente estúpidos, pero casi todos los estúpidos son conservadores.
En referencia a Dios una vez dijo algo así: Piensa en alguien capaz de poblar el infierno o crear el paraíso.
El valor de un estado, al final de cuentas, es el valor de los individuos que lo componen.
El vulgo, y aun la gente que se cree ilustrada, ignora que casi siempre en la historia la ley de la fuerza fue única y absoluta regla de conducta, no siendo más que especial consecuencia de relaciones particulares.
Todas las cosas buenas que existen son fruto de la originalidad.
Durante todo el período de progreso, la historia demuestra que la condición de la mujer ha ido siempre aproximándose a igualarse con la del hombre.
El genio sólo puede respirar libremente en una atmósfera de libertad.
Como fuerza social, un individuo con una idea vale por noventa y nueve con un solo interés.
Asuntos como el reparto de la riqueza. Es esta cuestión mera creación humana.
El principio de que cada cual es el mejor juez de sus propios intereses, interpretado como lo interpretan las personas que formulan esas objeciones, probaría que los gobiernos no deberían cumplir ninguno de los deberes que se les reconocen, es decir, que en realidad no deberían existir.
La única garantía contra la esclavitud política es el freno que puede mantener sobre los gobernantes la difusión entre los gobernados de la inteligencia, la actividad y el espíritu público.
Las leyes de casi todos los países establecen reglas para decidir muchas cosas, no porque tenga mucha importancia de qué manera se deciden, sino para que se decidan de alguna forma y no pueda haber disputa sobre el asunto.
La única finalidad por la cual el poder puede ser ejercido sobre un miembro es evitar que perjudique a los demás. Nadie puede ser obligado a realizar o no realizar determinados actos ni aunque así fuese la opinión de los demás.
Fueron hombres de otro cuño los que han hecho de Inglaterra lo que ha sido; y hombres de otro cuño serán necesarios para prevenir su decadencia.
Pero si la sociedad es posible, es precisamente porque el hombre no es por necesidad una bestia. La civilización en cada uno de sus aspectos no es más que una lucha contra los instintos animales.
Todos intereses egoístas se acaban con la muerte un sentimiento solidario mantiene su esplendor.
Todo hombre lo bastante inteligente y generoso para aportar a la empresa su esfuerzo, por pequeño e insignificante que sea, obtendrá de la lucha misma un noble goce que no estará dispuesto a vender por ningún placer egoísta.
Quien conozca sólo su propia cara del caso sabe poco de él.
Las leyes no se mejorarían nunca si no existieran numerosas personas cuyos sentimientos morales son mejores que las leyes existentes.