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Los hijos sorben a sus madres cuando son pequeños, y cuando mayores sorben a sus padres.
John Ray
La miseria ama la compañía.
A aquel que me habla dulcemente, pero no me quiere, le contestaré dulcemente, pero no me fiaré de él.
Ver es creer, pero sentir es estar seguro.
"Bien, Bien", es una palabra llena de malicia.
La buena conciencia sirve de blanda almohada.
Quien se niegue a servir a un dueño tendrá que servir a muchos.
En mil libras de ley no hay una onza de amor.
La que nace hermosa, nace casada.
Un necio puede hacer en una hora más preguntas que las que un sabio puede responder en siete años.
La desesperación duplica nuestras energías.
La posesión representa once puntos de la ley, y ésta solo tiene doce.
No se inventa y se perfecciona nada al mismo tiempo.
El que predica la guerra es un apóstol del demonio.
La alegría compartida es como una doble alegría.
Si los deseos fueran caballos, los mendigos sabrían montar.
El que no sabe por qué camino llegará al mar, debe buscar el río por compañero.
El hombre hace lo que puede, y Dios lo que quiere.
Las enfermedades son los intereses que se pagan por los placeres.
El precio más elevado que puede uno pagar por alguna cosa es el pedirla por favor.
El que es odiado de su pueblo no debe contarse como rey.
Las palabras gratas refrescan más que el agua fría.
En mar calmado todos somos capitanes.
El que emplea muchas palabras para explicar algo, hace como la jibia: se esconde en su propia tinta.
Una onza de discreción vale por una libra de ingenio.
Dios llega con pies de plomo, pero hiere con manos de hierro.
La picardía puede servir para un corto paseo, mas para todo el camino Ia honradez es lo mejor.
¿Para qué correr cuando has errado de camino?
La hermosura es poderosa, pero el dinero es omnipotente.