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Mi padre es cochinamente rico y, aunque somos católicos irlandeses, soy hija única. Tengo más dinero que tú y, por consiguiente, trabajaré gratis. No tendrás que darme nada. Un pasante gratuito durante tres semanas. Me ocuparé de toda la investigación, mecanografiar y contestar el teléfono. Incluso te llevaré el maletín y prepararé el café.
John Grisham
A pesar de que era la hora de comer, en Rogan Rothberg se miraba con malos ojos a cualquiera que se atreviera a salir para ir a almorzar.
En su opinión, todos los estudiantes ingresan en la Facultad de Derecho con cierto grado de idealismo y el deseo de servir al público, pero después de tres años de una competencia brutal sólo aspiran a un empleo en un buen bufete, donde puedan convertirse en socios en siete años y ganar un montón de dinero. Está en lo cierto.
Mi tarifa será de mil dólares la hora fuera del tribunal y dos mil dentro, con un pago a cuenta de cinco millones no reembolsables, desde luego.
Era neutral en cuanto a la religión, escéptico respecto a la libertad de expresión, simpatizaba con quienes protestaban contra los impuestos, sentía indiferencia para con los indios, temía a los negros, era duro con los pornógrafos, blando con los delincuentes y bastante persistente como protector del medio ambiente.
Cree que todas las cárceles son crueles e inadecuadas, y que de acuerdo con la Octava Enmienda, todos los presos deberían ser puestos en libertad. Afortunadamente, ahora forma parte de una minoría, una decreciente minoría.
Quiero estar en la sala. Me encantan los juicios por asesinato, los juicios importantes en los que hay una vida en juego y la presión es tan enorme que se respira en el ambiente. Cuando la sala está abarrotada y se toman grandes medidas de seguridad. Donde la mitad del público odia al acusado y a sus abogados y la otra mitad reza para que se salve. Me encanta. Y éste es el juicio de los juicios.
Es asombroso cómo crecen las mentiras. Uno empieza con una pequeña mentira que parece fácil de ocultar, pero de pronto se encuentra acorralado y cuenta otra. Luego otra. Al principio la gente le cree a uno, reacciona de acuerdo con las mentiras, y a uno se le ocurre que ojalá hubiera contado la verdad.
No hay nada que progrese a un ritmo razonable, así que aprendes a ignorar los relojes.
Una esposa maltratada sigue estando casada hasta que se divorcia, o hasta que asesina al cabrón de su marido.
La justicia estaba de su parte, y tenía que estar dispuesto a luchar contra el mal en cualquier momento, de cualquier modo y en cualquier lugar. Había presionado enormemente para que el juicio se celebrara con celeridad, porque tenía razón y conseguiría una condena. ¡Los Estados Unidos de Norteamérica vencerían! Y Roy Foltrigg les brindaría la victoria.
Primero un polvo, luego una aventura, luego algo más serio, y en poco tiempo ya se sacan los ojos ante el juez.
Ya sabes lo que se dice, si el divorcio es tan caro es porque vale la pena.
¿Cómo no si en Estados Unidos nos gastamos cuarenta mil dólares al año por cada preso, y ocho mil en educar a un alumno de primaria?
No me siento estúpido, simplemente inadecuado. Después de tres años estudiando Derecho, soy muy consciente de lo poco que sé.
La teoría era simple: si alguien era capaz de reunir un montón de dinero, con toda certeza merecía ser senador de los Estados Unidos.
Cuando los testigos se inventan mentiras, suelen olvidar las cuestiones más obvias. Y lo mismo les ocurre a sus abogados. Se obsesionan tanto con el engaño que siempre se les pasa por alto algún detalle.
En temas delicados se mostraba indeciso y recibía ataques de ambos bandos. Los republicanos estaban avergonzados. Los demócratas olían sangre. El presidente ejerció toda la influencia de la que fue capaz y se le confirmó en el cargo, gracias a un voto sumamente indeciso.
Repitió la lista, enumerando en voz baja todas las debilidades, los defectos, los errores y los males que lo atormentaban. Los confesó todos. En un prolongado y espléndido reconocimiento de sus faltas, se desnudó ante Dios sin ocultar nada.
Hay personas con más valor que cerebro.
Su ideología era sencilla: el gobierno por encima de los negocios, el individuo por encima del gobierno, el medio ambiente por encima de todo lo demás. Y en cuanto a los indios, entregarles todo lo que quisieran.
Callados y sombríos como los portadores de un féretro en un funeral invernal.
Estoy solo y desarmado, asustado y sin experiencia, pero me acompaña la razón.
Eso es lo bonito de la abogacía, conocer cara a cara a tus clientes y, si las cosas salen bien, poder ayudarlos.
Él ya había hecho carrera y cosechado triunfos, pero no sabía asimilar el éxito, y éste sólo le había reportado sufrimiento, arrojándolo al arroyo.
La tentación siempre está ahí y, aunque yo me resista, no miento si digo que se hace más fuerte cada día.
La vergüenza, sin embargo, era un sentimiento que había abandonado a Nate hacía años. Los adictos no la conocen. Se deshonran tantas veces que acaban inmunizándose contra ella.
En la cárcel aprendes a ser lento y cauteloso con las nuevas amistades, porque no abundan las personas auténticas.