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De todas las tiranias de la humanidad, la peor es la que persigue a la mente.
John Dryden
El mundo es una posada, y la muerte el final del viaje.
La amistad, que en sí misma es un lazo sagrado, se hace más sagrada con la adversidad.
El amor tiene mil maneras de hacernos dichosos, pero tiene muchas más de robarnos el sosiego.
Yo trafico con lenguas vivas y muertas, con el fin de enriquecer nuestro idioma.
Los errores, como las briznas, se pierden en el mundo; si quieres buscar perlas tienes que ir muy profundo.
La guerra es el negocio de los reyes.
Esta es la porcelana de arcilla de la humanidad.
El secreto placer de un acto generoso es el mayor placer de un espíritu elevado.
El Arte puede errar; la Naturaleza, no.
Es menester aclarar de una vez si el matrimonio es uno de los siete sacramentos o uno de los siete pecados capitales.
La paz misma no es sino la guerra enmascarada.
Feliz quien puede llamar suyo el día en que vive y para sus adentros piensa: mañana Dios dirá, porque ya viví hoy.
El amor computa las horas como meses, y los días como años; una corta ausencia equivale a toda una edad.
Dolores de amor son mucho más dulces que todos los demás placeres.
Tenga cuidado con la furia de un hombre paciente.
El amor cuenta las horas por meses, los días por años y una pequeña ausencia es un siglo.
Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar, está, no en el placer, sino en el descanso del dolor.
Todos los imperios no son más que el poder en la confianza.
Gracias sean dadas al cielo, pues vivimos en una edad en que nadie muere de amor sino en el teatro.
Nadie está tan ocupado como el loco y el pícaro.
Presencia de ánimo y valor en la adversidad, valen para conquistar el éxito más que un ejercito.
Nunca he visto que de decir la verdad se siguiera bien alguno.
Los hombres no son sino niños en más grande escala.
El ofendido muchas veces sabrá perdonar, pero el ofensor jamás perdona.
El amor de la libertad nos ha sido dado juntamente con la vida; y de ambos dones del cielo, el inferior es la vida.
La ambición de la grandeza es un pecado divino.
La desgracia raramente viene sola.
El perdón de las injurias corresponde al injuriado, pero el que hace el mal no perdona nunca.
La muerte en sí misma no es nada; pero tememos el volvernos no sabemos qué, y vernos no sabemos dónde.
Grande fue su riqueza, pero más grande era su corazón.
La obra de teatro debe ser una imagen justa y vivaz de la naturaleza humana.
Y condenados a muerte, aunque no destinados a morir.
La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce.
Ella no siente el peligro, porque ella no conoce el pecado.
Los celos son la icteria del alma.
El amor es la más noble flaqueza del espíritu.
Son de más valor la honradez y el talento que la riqueza.
Carece de nobleza quien no se atreve a alabar a un enemigo.
Hay un placer en la locura que sólo los locos conocen.