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Siempre que me confieso, me doy la absolución.
Joaquín Sabina
Así que no andes lamentando lo que pudo pasar y no pasó. Aquella noche que fallaste, tampoco fui a la cita yo.
Me podrán robar tus días; tus noches no.
La canción que estoy cantando.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa, a cambio de sus besos y su prisa.
A menudo, los labios más urgentes, no tienen prisa dos besos después.
Que las verdades no tengan complejos.
Unamos nuestros pulmones con vuestros corazoncitos para lanzar este grito ¡¡¡Viva México, cabrones!!!
Los vicios de sexo no son vicios.
Porque el del bigote no tiene carisma: España va bien. Será para él; si, total, le tocó en una rifa.
A las buenas costumbres nunca me he acostumbrado.
Mi plan es envejecer sin dignidad. Seré uno de esos viejos ridículos que se tiñen el pelo y van a las discotecas a corretear jovencitas.
Las opiniones son como el agujero del culo: todos tenemos uno y creemos que el de los demás apesta.
Puestos a desangrarnos tú contra yo, ¿por qué no hacemos las paces?
Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.
Hice un solo desafinado.
Cantaba regular, pero movía el culo con un swing que derretía el hielo de las copas.
¿Te has parado alguna vez a ver los colores que estallan en Madrid cuando, al salir del metro en una tarde otoñal, el sol se va?
¿Y cómo huir cuándo no quedan islas para naufragar?
¿Qué queréis? Aprendí a malvivir del cuento.
Me considero un rojo sin diminutivos. No soy un rojillo, soy un rojo, un rojazo. Y eso no quiere decir comunista, ni socialista, ni anarquista, quiere representar esa hermosísima ideología de hace unos años, que hacía creer que esta infamia de mundo podía cambiar de alguna manera.
Dónde crees que vas, qué te parece que soy, no mires atrás, que ya no estoy.
Puedes volver a robarme pero tendrás que besarme.
Si las catedrales se cansaran de ser ruinas del fracaso de Dios.
Y si la ves en Linares-Baeza dile que le he escrito este son.
Pelearé hasta el último segundo y mi epitafio será: no estoy de acuerdo.
Mira que las musas no aceptan excusas.
Por mis sueños va ligero de equipaje sobre un cascarón de nuez mi corazón de viaje luciendo los tatuajes de un pasado bucanero de un velero al abordaje de un no te quiero querer.
La llamaré mañana, hoy se me hizo tarde. Esa forma tan cobarde de no decirnos que no.
¿Como te has dejado llevar a un callejón sin salida?... el mejor dotado de los conductores suicidas..
Besarte es desatar un huracán, que suba en el termómetro en el mercurio.
¿Quién dijo que hoy es múltiplo de antes, y el ego un envidioso malcriado...?
Nos vio, roto el engaño de la noche, la cruda luz del alba. Era la hora de huir.
No me canso de hablarte, aunque pronto mi voz, suene a grano de arroz repetido.
No soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio... Si la vida se deja yo le meto mano y si no aún me excita mi oficio.
En asuntos de amor siempre pierde el mejor.
Cuando la muerte venga a visitarme que me lleven al sur donde nací. Aquí no queda sitio para nadie.
Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y, por esas ventas del fino Laina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína.
Ayer hecha un pingajo me dijo en el tigre de un bar.
Era tan pobre que no tenía más que dinero.