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Después del poder, nada hay tan excelso como el saber tener dominio de su uso.
Jean Paul
La pobreza y la esperanza son madre e hija. Mientras uno se entretiene con esta última, se olvida la primera.
Nadie, ni siquiera las mujeres o los príncipes, es engañado más fácilmente que la conciencia.
El amor aminora la delicadeza femenina y acrecienta la del hombre.
El que revela la más mínima parte de un secreto no tiene ya poder ninguno para el resto de él.
La amistad del hombre es con frecuencia un apoyo; la de la mujer es siempre un consuelo.
El desaliento es el suicidio del corazón.
En la más larga paz no se dicen tantos despropósitos y falsedades como en la guerra más corta.
La memoria es el único paraíso de donde no podemos ser desterrados.
El más indestructible de los milagros es la fe humana en ellos.
Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después.
Para que el sueño, la riqueza y la salud se disfruten de verdad, es necesario interrumpirlos.
Todo en las mujeres es corazón; hasta la cabeza.
El hombre no revela mejor su propio carácter que cuando describe el carácter de otro.
Los sufrimientos son como nubes pasajeras: que de lejos nos parecen negras y de cerca apenas son grises.
Si quieres gozar de la vida, despréciala.
La necesidad es la madre de las artes, pero también es la abuela de los vicios.
La verdad es mejor callarla que traicionarla.
La alegría es el cielo, bajo el cual todo prospera.
Lo que hace tan triste a la vejez no es el que hayan terminado nuestros placeres, sino nuestras esperanzas.
Lo que un padre dice a sus hijos no lo oye el mundo, pero puede ser oído por la posteridad.
Sólo el corazón pequeño no crece; por el contrario, el corazón grande se hace siempre mayor. Los años empequeñecen al primero y desarrollan al segundo.
A los hombres les es más fácil halagar que alabar.
El arte verdaderamente no es el pan, pero sí el vino de la vida.
Nunca muestra un hombre tan claramente su carácter como cuando describe el carácter de otro hombre.
La vejez no es triste porque se acaban nuestras alegrías, sino porque se terminan nuestras esperanzas.
En realidad, el arte no es el pan, sino el vino de la vida.
Un rostro sin arrugas es un pliego de papel en el que no hay nada escrito.
Desprecia la vida, si quieres gozarla.
Sólo las obras dan fuerza a la vida.
La pobreza es la única carga que se hace más pesada cuando los seres más queridos acuden a su ayuda.
Sin sonrisa viene el hombre al mundo, y sin sonrisa se va; solamente fue feliz durante tres fugaces minutos.