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Así pues, de cualquier modo que se consideren las cosas, el derecho de esclavitud es nulo, no sólo porque es ilegítimo, si que también porque es absurdo y porque nada significa.
Jean-Jacques Rousseau
A las plantas las endereza el cultivo; a los Hombres, la educación.
Donde quiera que veáis la moderación sin tristeza, la concordia sin esclavitud, la abundancia sin profusión, decid confiadamente; es un ser venturoso el que aquí manda.
El hombre es, de todos los animales, el menos capaz de vivir en rebaño.
Los animales tienen corazón y pasiones, pero la santa imagen de lo honesto y de lo bello sólo puede tener cabida en el corazón humano.
La felicidad del hombre acá abajo no es más que un estado negativo; debe medírsela por la menor cantidad de males a que esté sujeto.
Hay que tomar a los amigos con sus defectos.
La libertad no es fruto que crezca en todos los climas, y por ello no está al alcance de todos los pueblos.
Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas.
La soberanía no puede ser representada por la misma razón de ser inalienable; consiste esencialmente en la voluntad general y la voluntad no se representa: es una o es otra. Los diputados del pueblo, pues, no son ni pueden ser sus representantes, son únicamente sus comisarios y no pueden resolver nada definitivamente.
La verdad no lleva a la fortuna, ni el pueblo da embajadas, cátedras ni pensiones.
Los Hombres, pudiendo ser desiguales en fuerza o en talento, se hacen iguales por convención y por derecho.
La historia de Sócrates, que nadie osa dudar, no está tan bien atestiguada como la de Jesucristo.
Un cuerpo débil debilita al espíritu.
Celebro contigo un contrato en el cual todos los deberes están a tu cargo y todos los beneficios están a mi favor; contrato, que respetaré mientras se me dé la gana y que tú observarás mientras se me dé la gana.
Sólo somos curiosos en proporción con nuestra cultura.
El más fuerte no es siempre bastante fuerte para ser amo.
Lo malo no es el hombre, es la sociedad, pues está hecha para que el hombre caiga.
Si nos ofrecieran la inmortalidad en la tierra, ¿quién querría aceptar esta triste dádiva?
Los remordimientos se adormencen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos.
¡Qué sublimidad en sus máximas! ¡Qué profunda sabiduría en sus discursos! ¡Qué presencia de mente, qué sutileza, qué idoneidad, en sus respuestas! ¡Qué grande el dominio sobre sus pasiones! ¿Dónde está el Hombre, dónde el filósofo, que pudiera vivir así y morir así, sin debilidad, y sin ostentación?
Es muy difícil someter a la obediencia a aquel que no busca mandar.
Las gentes muy comedoras de carne son, en general, más crueles y feroces que el resto de los hombres... La crueldad inglesa es bien notoria.
El primer paso hacia el bien es no hacer el mal.
Los consuelos indiscretos no hacen sino más ásperas las grandes aflicciones.
Trabajar constituye un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, poderoso o débil, todo ciudadano ocioso es un ladrón.
La democracia perfecta sólo puede existir en una sociedad de ángeles.
El hombre ha nacido libre y en todas partes está encadenado.
No basta que una esposa sea fiel, es menester que su marido, sus amigos y sus vecinos crean en su fidelidad.
El derecho de voto es un derecho que nada ni nadie puede quitar a los ciudadanos.
Las ideas generales y abstractas son fuente de los más grandes errores humanos.
El acento es el alma del discurso.
Para hacer escuchar lo que decimos, es necesario ponerse en el lugar de aquellos a quienes uno se dirige.
El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.
Hay que avergonzarse de cometer una falta, no de repararla.
El hombre no está hecho para meditar sino para actuar.
Si es la razón la que hace al hombre, es el sentimiento quien lo conduce.
La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado.
Si vuestra causa es buena, poneos de acuerdo; si es mala, litigad.
Si se investiga en qué consiste precisamente el mayor bien de todos, que debe ser el fin de todo sistema de legislación, se hallará que se reduce a estos dos objetivos principales: la libertad y la igualdad.