Imágenes
El pesimismo sin ironía es de mal gusto.
Jean Echenoz
Los mismos temas siempre vuelven a aparecer, volvemos a caer en los mismos temas una y otra vez. El autor está condenado a ello, es desesperante.
Es la mejor imagen que he encontrado del infierno: la vida cotidiana privada de deseos, sin los sueños que le sirven de combustible. Eso es terrible.
Siempre quiere saber hasta dónde puede llegar.
Corres raro pero no corres nada mal, le dice.
Vivir en París desde hace cuarenta años me ha marcado, sin duda. Desde mi primer libro, y en todos los siguientes, París siempre ha estado muy presente.
Me gustaban las aventuras fantásticas, me gustaba asustarme leyendo, pasar miedo sabiendo que al final todo acabaría bien. Mis padres viajaban mucho y yo solo recuerdo una constante en mi infancia: los libros, ellos me proporcionaban una seguridad que hoy, cuando vuelvo a ellos, sigue intacta.
Emil podría estar satisfecho de sí mismo pero, como siempre, no lo está. Todo eso le ha recordado que debe correr más rápido, organizar mejor sus fuerzas, reservar la energía para el final y, sobre todo, estudiar con atención la táctica de sus adversarios para mejorar la suya.
Se parece mucho al trabajo del artesano, sí. No sé si escribir es un oficio, creo que es sobre todo un estado. O quizá sea un oficio especial.
No tengo suficiente talento para correr y sonreír a la vez, reconoce Emil. Correré con un estilo perfecto cuando se valore la belleza de una carrera según un baremo, como en el patinaje artístico. Pero yo, de momento, lo que tengo que hacer es correr lo más rápido posible.
Lo importante no es lo que se busca, sino los hechos que se desencadenan a partir de la búsqueda.
Mi propio nombre, en mi boca, me produce siempre una impresión extraña.
Yo soy mi propio médico.
Viljo Heino, a quien llaman el prestigioso corredor de los bosques profundos, el hombre silencioso y relajado que revolucionó el arte de la carrera rechazando las florituras de estilo para buscar sistemáticamente el menor esfuerzo.
Mientras corre parece un boxeador luchando contra su sombra.
La ficción nunca es pura y la invención novelesca siempre es alimentada por la experiencia, ya se trate de la experiencia cotidiana o de hechos que se pueden encontrar en la vida, en la prensa y que uno siente el deseo de metamorfosear un poco en el marco de la novela. Pero yo no creo en la inspiración. No creo en la imaginación pura. Las novelas parten de cosas reales.
El estadio de Zlin, situado en la zona industrial y feísimo, se halla enfrente de la central eléctrica: el viento barre el humo de las chimeneas, el hollín y el polvo, que caen en los ojos de los deportistas. Pese a tales inconvenientes, a Emil comienza a gustarle ese estadio, el aire pesado que se respira en él es bastante más puro que el del taller.
Algún día se calculará que, sólo entrenándose, Emil habría dado tres veces la vuelta a la Tierra.
Los monos parecen malos, atormentados, amargados, perpetuamente ofendidos, resentidos por haber dejado escapar la humanidad por un pelín.
No le gusta el deporte, máxime porque su padre le transmitió su propia antipatía por el ejercicio físico, el cual no es a sus ojos sino una pura pérdida de tiempo y sobre todo de dinero.
Creo más en la obstinación que en la inspiración.
Estoy contento, declara Emil, pero siento que un joven no me haya vencido. Los jóvenes aman más que yo la victoria.
Lo que intento es no repetirme, no utilizar frases que suenen demasiado como yo; hay que evitar a toda costa ser tu propia parodia.
En principio yo trabajo todas las mañanas, si no funciona, no puedo ser indiferente, pero no veo qué otra cosa podría hacer. Y es lo que más me gusta aunque a veces sea desolador; pero incluso cuando es desolador, es interesante.
No figuraba nombre alguno en la puerta, sólo una foto prendida con unas chinchetas y con los cantos doblados, que representaba el cuerpo sin vida de Manuel Montoliu, ex matador de toros reciclado a peón después de que un animal llamado Cubatisto le abriera el corazón como un libro el 1 de mayo de 1992: Ferrer dio dos ligeros golpes sobre aquella foto.