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Creo en el dios que hizo a los hombres, pero no en el que los hombres han hecho.
Jean-Baptiste Alphonse Karr
La edad en que todo se reparte e incluso se da generosamente es la edad en que nada se tiene.
No reír es una dieta rigurosa que nuestro organismo no nos permite.
El que quiera estar bien en este mundo, procure no dejarse engañar nunca, pero finja que se deja engañar siempre.
El amor nace de nada y muere de todo.
No creo en ningún sabio hasta que lo he oído decir tres veces "lo dudo" y dos veces "no lo sé".
La amistad entre dos mujeres comienza o acaba por ser un complot contra una tercera.
El límite bueno de nuestra libertad es la libertad de los demás.
Se llama matrimonio de conveniencia a un matrimonio entre personas que no se convienen en absoluto.
Se ama sin razón y se olvida sin motivo.
Cada hombre tiene tres caracteres: el que exhibe, el que tiene, y el que cree que tiene.
Todo hombre tiene tres variedades de carácter: el que realmente tiene; el que aparenta, y el que cree tener.
La botánica no es una ciencia; es el arte de desecar plantas entre hojas de papel secante y de insultarlas en griego y en latín.
Consideramos la incertidumbre como el peor de todos los males hasta que la realidad nos demuestra lo contrario.
La felicidad se compone de infortunios evitados.
La oposición cuida siempre de pedir lo que está segura de no obtener, porque si lo obtuviese dejaría de ser oposición.
La talla de las estatuas disminuye alejándose de ellas; la de los hombres, aproximándose.
Jamás se abate un ídolo sino en beneficio de otro.
La mejor manera de vivir en paz con los vecinos es no tenerlos.
Nos gusta llamar testarudez a la perseverancia ajena pero le reservamos el nombre de perseverancia a nuestra testarudez.
Saber que se sabe lo que se sabe y saber que no se sabe lo que no se sabe: sabiduría.
Intencionadamente o no, se confunden siempre los jueces con la justicia y los curas con Dios. Así se acostumbran los hombres a desconfiar de la justicia y de Dios.
Estoy conforme en que las sociedades decreten la abolición de la pena de muerte, pero que empiecen por abolir a los asesinos.
Cuanto más grande es el cambio, menos se cambia.
Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.
La mujer en el paraíso perdido, mordió el fruto del árbol de la ciencia diez minutos antes que el hombre; y ha mantenido después siempre estos diez minutos de ventaja.
Siempre he visto que en amor el que huye es el que vence.
Toda felicidad se compone de dos sensaciones tristes: el recuerdo de la privación en el pasado y el temor de perderla en el porvenir.
¿En qué consiste el recuerdo de los hombres? En una hora de trabajo para el marmolista.
El hombre todo lo perfecciona en torno suyo; lo que no acierta es a perfeccionarse a sí mismo.
En política y en amor el que vence es quien tiene razón.
Sólo se inventa mediante el recuerdo.
La desgracia acecha y busca: ocultad vuestra felicidad, sed felices en voz baja.
La Providencia es el nombre cristiano de bautismo para el azar.
Los amigos: una familia cuyos individuos se eligen a voluntad.
El amor, como el fuego, lo purifica todo.
Estar enamorado significa exagerar desmesuradamente la diferencia entre una mujer y otra.
La riqueza aumenta, dicen los políticos superficiales, al mismo tiempo que las necesidades. Cierto, pero en la proporción de uno a tres.
Una mujer que ama a un hombre de talento, le ama menos por el talento que tiene que por el que le reconocen.
Los hombres, las flores, la hierba, vuelven a encontrar periódicamente su brillo y su esplendor, su perfume y su juventud. Sólo el hombre muere un poco cada año.