Imágenes
Una fea impresión, un hombre que tiene miedo.
Jean Anouilh
La belleza es una de las pocas cosas que no dan lugar a duda.
Cada hombre piensa que Dios está de su lado.
Con un poco de imaginación puedes vivir fácilmente toda tu vida en una tarde.
Yo sólo amo una cosa: hacer bien lo que tengo que hacer.
El amor es, sobre todo, un regalo propio.
Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte.
Dios está en todas partes... Y, a fin de cuentas, está siempre con los que tienen mucho dinero y multitud de armas.
Cada uno de nosotros tiene un día, más o menos triste, más o menos lejano, en que, por fin, debe aceptar que es un hombre.
Es bueno para los hombres creer en las ideas y morir por ellas.
Morir, morir... Morir no es nada. Empieza pues por vivir. Es menos curioso, es más largo.
Se tiene la edad que se quiere tener, y también la edad del dinero que se tiene.
Lo terrible en cuanto a Dios, es que no se sabe nunca si es un truco del diablo.
No hay que creer exageradamente en la felicidad. Sobre todo cuando se es de buena raza. No se consiguen más que decepciones.
Las pequeñeces matan los grandes amores.
La vida es muy bella cuando a uno se la cuentan o cuando la lee en los libros; pero tiene un inconveniente; hay que vivirla.
Las preocupaciones acaban por comerse unas a otras, y al cabo de diez años, se da uno cuenta de que se sigue viviendo.
En algún lugar bajo la lluvia, siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser feliz.
Comprender, siempre comprender. Yo, no quiero comprender.
Hasta el día de su muerte, nadie puede estar seguro de su valor.
Las cosas nunca son como son. Siempre son lo que uno hace de ellas.
Un buen actor nunca debe estar enamorado de nadie que no sea él.
Uno no puede llorar por todo el mundo, está más allá de la fuerza humana. Unos debe elegir por quién llorar.
Una carta de amor hace reír a todos, menos a él y a ella.
Nada es irreparable en la política.
Uno se es fiel a sí mismo y se basta.
El amor es, por encima de todo, la donación de uno mismo.
Siempre habrá un perro perdido en alguna parte que me impedirá ser feliz.
Las mujeres son como la sopa: no hay que dejarlas enfriar.
Un genio sabe hacer entenderse a sí mismo fácilmente sin llegar a ser obvio.