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Que su desnudez, que acompaña la desnudez de la palabra, y la dolorosa desnudez de nuestros muertos, nos ayuden a continuar alumbrando el camino que hace la paz, la justicia y la dignidad que los poderes del Estado y los señores de la muerte nos han arrancado y nos deben.
Javier Sicilia
Por esta oscuridad que nos habita y en la que han caído nuestros muertos guardemos un minuto de silencio.
La palabra tiene que encarnarse, de lo contrario sólo es un ruido en la boca o, en el mejor de los casos, una buena voluntad que revela lo que debe ser, pero que, de no hacerse carne en los actos y en la vida, se evapora como el agua.
Señoras y señores legisladores, mirémonos de nuevo a los ojos, abramos nuestros corazones y hablémonos con la verdad: esta guerra, tan dolorosa para todos los mexicanos, nos la han impuesto nuestros vecinos de Estados Unidos, nos la ha impuesto su hipócrita puritanismo prohibicionista, su adicción masiva al consumo de drogas, su próspera industria armamentista y su gusto por la guerra.
Ninguna guerra en función de abstracciones, puede compensar la muerte de ninguno de nuestros hijos.
Al poder legislativo: Hemos llegado de nuevo aquí, dejando familias, trabajos, y llevando cargas más pesadas de las que podemos llevar, para, al igual que lo hemos hecho con el Poder Ejecutivo, dialogar y recordarles lo que a pesar de los inmensos salarios que cobran y que son fruto del trabajo de los hombres y mujeres de bien de esta nación, es su deber. No nos gusta que sea así
Ustedes, señores políticos, y ustedes, señores criminales -lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable-, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación.
Yo creo que la democracia la ejercemos nosotros y de repente aparece; es una primavera en medio del invierno.
Comprar el agua es pecado.
Si no tenemos policías, jueces, abogados, fiscales, honestos, valerosos y eficientes; si se rinden al crimen y a la corrupción, están condenando al país a la ignominia más desesperante y atroz.
Estamos hasta la madre.
Estamos, pues, ante una encrucijada sin salidas fáciles, porque el suelo en el que una nación florece y el tejido en el que su alma se expresa están deshechos.
Al poder legislativo: Los hemos invitado antes y volvemos a invitarlos ahora a ser los legisladores de la paz y no de la guerra, los representantes de las necesidades y demandas de los ciudadanos y no los custodios de las armas ni los celadores de bunkers y palacios donde a espaldas de nosotros se fraguan acuerdos contra la paz y se defienden fueros.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a todos los presos de la APPO y hacerle juicio político a Ulises Ruiz.
Porque vivimos un tiempo límite vamos a ir también allí a preguntarles ¿Cómo pretenden ir a las elecciones si no son capaces de ponerse de acuerdo entre ustedes para defender la vida de los hijos y las hijas de nuestro amado México?
La Iglesia es una puta, pero es mi madre.
Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.
Al poder legislativo: Una frase del poeta Ezra Pound debería ser tema de meditación no sólo de ustedes, sino de cada ser humano de esta nación: Cuando un hombre traiciona su palabra, o su palabra no vale nada o ese hombre no vale nada. Ambas cosas, queridos legisladores, porque la palabra es el hombre mismo.
Se equivocan los que piensan que la guerra de hoy nos conducirá a la tranquilidad de mañana; los que creen que esta guerra, que se ha llevado a miles de nuestros hijos, debe durar más años.
Vamos a las calles a exigirle a estos hijos de la chingada del crimen organizado que le paren, y a estos cabrones del gobierno, que respondan.
¿Hasta cuándo, les preguntamos, señoras y señores legisladores, vamos a permitir que nos sigamos matando para atajar el tráfico de drogas hacia un país que invierte más en su consumo que en educación superior?
Estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche competitividad y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia...
Hay que elegir hoy entre hacer cosas humildes y eficaces o aceptar el crimen y la imbecilidad como regla de vida.
... estamos aquí para decirnos y decirles que este dolor del alma en los cuerpos no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad y la balbuciente democracia que estamos perdiendo;...