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Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo -más aún para esperarlo-, y nos limitamos a darlo de baja.
Javier Marías
Todo cortejo resulta ruin si se lo ve desde fuera o se lo recuerda, una mutua manipulación consentida, el mero cumplimiento trabajoso de un trámite y la envoltura social de lo que no es más que instinto.
Nada dura lo bastante porque todo se acaba, y una vez acabado resulta que nunca fue bastante, aunque durara cien años.
Todo esta ahí a la vista, en realidad todo es visible desde muy pronto en las relaciones como en los relatos honrados, basta con atreverse a mirarlo, un solo instante encierra el germen de muchos años venideros y casi de nuestra historia entera.
Un imbécil detectivesco es un imbécil listo, un imbécil lógico, los peores porque la lógica de los hombres en vez de compensar su imbecilidad la duplica y la triplica y la hace ofensiva.
El paso del tiempo exaspera y condensa cualquier tormenta, aunque al principio no hubiera ni una nube minúscula en el horizonte. Uno ignora lo que el tiempo hará de nosotros con sus capas finas que se superponen indistinguibles, en qué es capaz de convertirnos.
Todo tiene su tiempo para ser creído.
Es otro de los inconvenientes de padecer una desgracia: al que la sufre los efectos le duran mucho más de lo que dura la paciencia de quienes se muestran dispuesto a escucharlo y acompañarlo, la incondicionalidad nunca es muy larga si se tiñe de monotonía.
Eres tan imbécil que aún confías en la posibilidad de no serlo.
Demasiados amigos han desbaratado la confianza que puse en ellos, y el que es desleal con uno nunca le perdona a uno el haberle fallado; y cuanto mayor la traición, mayor es en mi país la ofensa del traicionado y siente el traidor mayor agravio.
Tendemos a desconfiar increíblemente de nuestras percepciones cuando ya son pasado y no se ven confirmadas ni ratificadas desde fuera por nadie, renegamos de nuestra memoria a veces y acabamos por contarnos inexactas versiones de lo que presenciamos, no nos fiamos como testigos ni de nosotros mismos.
No siempre se recuerda lo que se quiere ni se olvida lo que se desea.
Es más bien que estar junto a alguien consiste en buena medida en pensar en voz alta, esto es, en pensarlo todo dos veces en lugar de una, una con el pensamiento y otra con el relato, el matrimonio es una institución narrativa.
La muerte no nos quita sólo nuestra propia vida, sino las vidas de los demás.
La vida es muy mala novelista, si uno mete en una novela las cosas que suceden en la vida, que está llena de azares, no hay quien se la crea. La novela es una representación de la vida que no admite todo lo que la vida tiene.
... mucho antes de que le tocara echar mano de sus recuerdos, fabricados y almacenados pensando en hallar un poco de variedad en la vejez.
Es desolador que algunas cosas no cambien nunca en esencia, aunque también es reconfortante que algo persista, que no se mueva ni un milímetro ni un vocablo.
Cuantos hablan de mí no me conocen, decía a lo largo de sus diez líneas cortas (pero eran prosa), y al hablar me calumnian; los que me conocen callan, y al callar no me defienden; así, todos me maldicen hasta que me encuentran, mas al encontrarme descansan, y a mí me salvan, aunque yo nunca descanso.
Qué difícil deshacerse del todo de las costumbres y creencias superficiales de los que nos preceden, cuyo simulacro conservamos a veces durante toda una vida -una vida más- por superstición y por respeto a ellos, las formas y los efectos tardan más en desaparecer y olvidarse que las causas y los contenidos.
Las mujeres sienten curiosidad sin mezcla y no imaginan o no anticipan la índole de lo que ignoran, de lo que puede llegar a averiguarse y de lo que puede llegar a hacerse, no saben que los actos se cometen solos o que los pone en marcha una sola palabra.
Uno cree que lo que lo enamora debería anhelarlo todo el mundo.
Toda enfermedad viene causada por algo que no es una enfermedad.
Es ridículo que tras tantos siglos de práctica, y de increíbles avances e inventos, todavía no haya forma de saber cuándo alguien miente; claro que eso nos beneficia y perjudica por igual a todos, quizá sea el único reducto de libertad que nos queda.
Es una novela, y lo que ocurre en ellas da lo mismo y se olvida, una vez terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas que nos inoculan y traen a través de sus casos imaginarios.
Es verdad que el trabajo en una editorial impide conocer, paradójicamente, casi todo lo valioso que la literatura ha creado, lo que el tiempo ha sancionado y autorizado milagrosamente a permanecer más allá de su brevísimo instante que cada vez se hace más breve.
Nuestras convicciones son pasajeras y endebles, hasta las que consideramos más fuertes. También nuestros sentimientos. No deberíamos fiarnos.
A veces el saber verdadero resulta indiferente, y entonces puede inventarse.
Tenía capacidad para sorprender, como todos los imbéciles mayúsculos, y por supuesto para irritar de nuevo en un solo segundo.
El traductor es un escritor privilegiado que tiene la oportunidad de reescribir obras maestras en su propia lengua.
Lo que ha ocurrido es tan grave que el porqué me da lo mismo.
No todo se puede saber, pero me pone enfermo la impunidad.
Los padres rechazan ver a sus hijos convertidos en viejos, ya no los ven, los detestan, se los saltan, ven sólo a sus nietos, cuando los tienen. El tiempo está siempre en contra de lo que ha originado. En contra de lo que hay.
España, en su conjunto, y con excepciones, es un país con tendencia a la vileza.