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Se cobra un afecto por lo que se ha acariciado y se ha dejado acariciar.
Javier Marías
Algunos de los momentos más emocionantes de mi vida los he vivido con el fútbol. Tiene un elemento de representación que le emparenta con el teatro y el cine; y la solidaridad y el empeño común que tiene el juego es un trasunto beneficioso y pacífico de las batallas. Si no existiera el fútbol probablemente habría más peleas.
Eso se terminó, antes de hoy. Mañana mismo iniciaré la tarea de que deje de ser una criatura y se convierta en un recuerdo, aunque sea, durante algún tiempo, un recuerdo devorador. Paciencia, porque llegará un día en que no lo será.
La posteridad cuenta siempre con la ventaja de disfrutar de las obras de los escritores sin el incordio de padecerlos a ellos.
El desánimo resta vitalidad, y acaso rebaja las defensas. Quita ganas de luchar y de vivir, sin que apenas nos demos cuenta. Agota, consume fuerzas. Las preocupaciones y los temores nos hacen más débiles, no me cabe duda de eso, y la falta de horizontes apaga poco a poco cualquier brío.
La verdadera unidad de los matrimonios y aún de las parejas la traen las palabras, más que las palabras dichas -dichas voluntariamente-, las palabras que no se callan -que no se callan sin que nuestra voluntad intervenga.
La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra.
lo que se cuenta de nosotros contribuye a definirnos aunque sea superficial e inexacto, al fin y al cabo no podemos sino ser superficiales para casi todo el mundo, un bosquejo.
Seré indistinguible, seré un antes, una página en blanco, lo contrario de "a partir de ahora", y perteneceré a lo que ya no cuenta.
La propia vida no depende de los propios hechos, de lo que uno hace, sino de lo que de uno se sabe, de lo que se sabe que ha hecho.
... al manterner el brazo en alto me permitió ver su axila, y cuando una mujer desnuda permite ver eso, y descubre una o ambas, es como si ofreciera un suplemento de desnudez con ello.
No desdeñes nunca las ideas imaginativas. A ellas se llega sólo después de mucho pensamiento, de mucha reflexión y mucho estudio, y de notable atrevimiento.
Lo más intolerable es que se convierta en pasado quien uno recuerda como futuro.
No hay necedad que no prospere y no triunfe.
Nos condenamos siempre por lo que decimos, no por lo que hacemos.
Sabe más de sí misma, que es el conocimiento que hace atractivas a las personas.
A ninguno debe ofendernos que alguien se conforme con nosotros, a falta de quien fue mejor.
Cuando han pasado muchos años, o incluso no tantos, la gente se cuenta los hechos como le conviene y llega a creerse su propia versión, su distorsión.
Una de las cosas más difíciles en literatura es una escena de sexo. La mayoría oscilan entre el tratado de obstetricia y la cursilería semipoética.
Uno escribe desde su propia subjetividad y para mí lo verosímil es que los personajes digan cómo ven el mundo. Las mujeres están escritas desde una voz masculina y por tanto están más difuminadas.
Nada cansa tanto como la pena.
Escuchar es lo más peligroso, es saber, es estar enterado y estar al tanto, los oídos carecen de párpados que puedan cerrarse instintivamente a lo pronunciado, no pueden guardarse de lo que se presiente que va a escucharse, siempre es demasiado tarde.
El colegio es un microcosmos que reúne todos los tipos psicológicos: el cobarde, el noble, el bruto, el avieso... Indispensable para conocer a las personas.
hay personas que nos hacen reír aunque no se lo propongan, lo logran sobre todo porque nos dan contento con su presencia y así nos basta para soltar la risa con muy poco, sólo con verlas y estar en su compañía y oírlas, aunque no estén diciendo nada del otro mundo.
Uno tiene que ponerse a la faena. El mundo está lleno de perezosos y de pesimistas que nada consiguen porque a nada se aplican, después se permiten quejarse y se sienten frustrados y alimentan su resentimiento hacia lo externo.
No sé cómo no los advirtieron, cómo no se sintieron quemados ni traspasados, mis ojos debían ser como ascuas o agujas.
Lo que intento es escribir con recursos de buena ley, sin trampas. Cualquier escritor, haga lo que haga, tiene que tener convicción. La novela es ficción y hay un momento en que uno que ya es perro viejo no se lo cree. Tener la capacidad de decir: no, esto no me lo creo, ésa es la dignidad del escritor, exigirse a uno mismo.
Cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa.
El autor es el que menos cobra... De la edición de mi novela Corazón tan blanco, por la que el lector paga ocho dolares, yo me llevo sólo 40 centavos.
Los amores pasados siempre ofenden a los amantes nuevos, por muy muertos que estén aquéllos.
Cuando es del todo imposible saber la verdad, supongo que entonces tenemos la libertad de decidir qué lo es.
La gente dice lo que quiere, y habla de abnegación, de renuncia, de generosidad, de conformidad y resignación, todo es falso, lo normal es que la gente crea desear lo que le va llegando naturalmente, lo que le va sucediendo, lo que va consiguiendo o lo que le van dando, sin que haya verdaderos deseos previos.
Nadie me dijo nunca que la pena fuera una sensación tan parecida al miedo.
Los muertos, a falta de un lugar más confortable, se quedan en la cabeza de los seres queridos.
Inverosímilmente logramos convencernos de nuestros azarosos enamoramientos, y son muchos los que creen ver la mano del destino en lo que no es más que una rifa de pueblo cuando ya agoniza el verano...
Hay cuestiones en las que es preferible mantener una sospecha no acuciante, llevadera, que perseguir una certeza decepcionante o ingrata, que lo obliga a uno a vivir y contarse algo distinto de lo que vivió desde el principio.
La fe es voluble y frágil: se tambalea, se recupera, se fortalece, se resquebraja. Y se pierde. Creer nunca es de fiar.
Somos toda persona o cosa cuya existencia nos ha influido y a la que hemos influido.
Ojalá me fuera posible ponerlos entre paréntesis, o hibernarlos, no sé, ponerlos a dormir y que no se despertaran hasta nuevo aviso.
Todo insiste y continúa solo, aunque opte uno por retirarse.