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Los hombres capaces de alzar y llevar adelante una bandera son muy pocos.
Jaime Balmes
En la lectura debe cuidarse de dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien.
Terrible es el error cuando usurpa el nombre de la ciencia.
Los hombres que alaban siempre son o simples o bajos; los que no alaban nunca son o imbéciles o envidiosos.
La razón es un monarca condenado a luchar de continuo con las pasiones sublevadas.
El corazón necesita amar. Celestial o terreno, ha de amar algún objeto, y es vano luchar contra esta ley.
La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada.
El pensar es un misterio; el hablar es un misterio; el hombre, un abismo.
El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a los otros.
Hay en el espíritu humano muchas fuerzas que permanecen latentes hasta que la ocasión las despierta y aviva.
Determinar la forma de gobierno más convincente para un país, es encontrar el medio de hacer concurrir en un punto todas las fuerzas sociales, es hallar el centro de gravedad de una gran masa para ponerla en equilibrio.
Sólo la inteligencia se examina a sí misma.
Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente.
Sin orden no hay obediencia a las leyes, y sin obediencia a las leyes no hay libertad, porque la verdadera libertad consiste en ser esclavo de la ley.
Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.
Somos responsables, porque somos libres.
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
La naturaleza sin la señal de la mano del hombre es más sublime.
El trabajo es un título natural para la propiedad del fruto del mismo, y la legislación que no respete este principio es intrínsecamente injusta.
Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común.
La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere.
La atención es la aplicación de la mente a un objeto; el primer medio para pensar es escuchar bien.
El argumento o razón de analogía es la base en que descansa el sentido común.
La educación es al hombre lo que el molde al barro. Le da la forma.
Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo. Pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay.
El pueblo comprende más pronto el lenguaje de las pasiones que el de la razón.
El pensar bien no le interesa solamente a los filósofos, sino a las personas más sencillas.
Las pasiones son buenos instrumentos, pero malos consejeros. El hombre sin pasiones sería frío, pero en cambio el hombre dominado por las pasiones, es ciego.
Juzgamos a las cosas de la vida no por sí mismas, sino por lo que nos afectan...
No es tolerante quien no tolera la intolerancia.
Los hombres grandes son sencillos, los mediocres ampulosos.
Conocemos más los libros que las cosas, y el ser sabio consiste en saber cosas y no libros.
Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica y mucho menos que voluntad impetuosa.
Gloria no es sinónimo de fama.
Las cosas bellas son perecederas y los bellos tiempos son efímeros.
No hay sabiduría sin prudencia. No hay filosofía sin cordura.
No es fácil opinar contra los propios intereses; éstos arrastran las opiniones.
El medio para deshacerse de un hombre amante de contradecir es callar y escuchar reposadamente.
No es muy dificil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias: porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir.
La templanza es el vigor del alma.