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¡El vicio es una gran nivelador!
Jacinto Benavente
La casualidad es un desenlace, pero no una explicación.
Yo podría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado por todos, sin recuerdo y sin esperanza de goce alguno, y aún quisiera vivir.
Ser feliz es cuestión de práctica.
El verdadero cariño no es el que perdona nuestros defectos, sino el que no los conoce.
No hay sentimiento que valga; el amor es una ocupación como otra cualquiera.
El cariño no sabe de gratitud, no sabe de ningún otro sentimiento que no sea él mismo... Esto quizás es toda su grandeza... y también toda su miseria.
Si todos los que admiran a Shakespeare lo leyeran, ¡pobre Shakespeare! Acaso no fuese tan admirado, porque nada gana un poeta con ser leído, como nada gana un campo de flores con ser pisoteado.
¡Cuántas veces se pasa uno al enemigo por huir de los amigos!
Por un amor, una mujer es capaz de todo; hasta de hacer traición a su amor, si la traición es por salvarle.
Lo malo de la conciencia es que siempre está hecha a la medida.
Los amores son como los niños recién nacidos; hasta que no lloran no se sabe si viven.
El amigo que sabe llegar al fondo de nuestro corazón, ése, como tú, ni aconseja ni recrimina; ama y calla.
La estimación depende de creer o no creer en quien se estima; el amor, ésta es su tragedia, aunque no crea, ama.
En la mayor miseria de nuestra vida siempre hay algo en nosotros que quiere sentirse superior a nosotros mismos. Nos despreciamos demasiado si no creyésemos valer más que nuestra vida.
La verdadera educación se demuestra cuando se pierde la educación.
El amor es lo más parecido a una guerra, y es la única guerra en que es indiferente vencer o ser vencido, porque siempre se gana.
Creedlo, para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses...
El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor.
El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.
No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos.
Sí, creíste hacer bien, lo que era bien para ti; así buscando nuestro bien cada uno, entre todos desatamos el mal sobre la tierra.
La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande.
Dicen que me burlo de todo, me río de todo, porque me burlo de ellos y me río de ellos, y ellos creen ser todo.
Algunos escritores aumentan el número de lectores; otros sólo aumentan el número de libros.
Es más fácil ser genial que tener sentido común.
La admiración no interroga nunca; con admirar comprende.
No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.
Piense usted que siempre es más noble engañarse alguna vez que desconfiar siempre.
El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.
Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos.
Sabían reírse del mundo sin odio y sin amargauras.
A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.
Algo mejor andaba el mundo y andaban los hombres cuando la amistad tenía más importancia que el amor.
La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe.
Mucha buena gente que no sería capaz de robarnos el dinero, nos roba sin escrúpulo alguno el tiempo que necesitamos para ganarlo.
Los pueblos débiles y flojos, sin voluntad y sin conciencia, son los que se complacen en ser mal gobernados.
Una hora de alegría es algo que robamos al dolor y a la muerte, y el cielo nos recuerda pronto nuestro destino.
El lujo de ser mejores que los demás hay que pagarlo: la sociedad exige un tributo que ha de pagarse en tiras de pellejo.