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¿Cómo ha ido todo? ¿Me has echado de menos? Sabes, anoche apareciste en mis sueños, llevabas menos ropa.
Ismael Serrano
Creo que hay mucha gente que es capaz de buscar más allá de lo que se le trata de imponer en los medios de comunicación. Y que siempre quedan rendijas por donde ofrecer otra sensibilidad, otra música; en ésa estoy yo.
La música ayuda a sentirnos menos solos, a encontrar gente que coincide contigo en esta reflexión. No sólo el cantautor, sino la música en general es para romper ese aislamiento, esa burbuja en la que se vive.
Amo tanto, tanto la vida, que de ti me enamoré.
Duermes, mientras la ciudad golpea el cristal con su llanto, ajena a tu sueño. Qué pena que este milagro de verte dormida en paz no desborde el muro de esta habitación.
Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños.
Herejía es mostrar la verdad descarnada y desnuda.
Sé que te vas a reír pero ando loco buscando la melodía que te congele en mi abrazo, que te retenga a mi lado.
El tiempo imparable plateará nuestras sienes y hará de nuestros recuerdos cenizas y humo.
Me gustaría pensar que la canción de autor no es un género que privilegie la palabra por encima de la música. Creo que es más bien un equilibrio entre estas dos cosas.
Te vas a la ciudad definitiva, sin mí; perdonarás que no te vaya a despedir, la noche corta como un cristal roto y tu estarás tan triste como hermosa.
¿Qué hago yo con las montañas de papeles que he firmado jurando morir o amar?
De un tiempo a esta parte me cuesta tanto, tanto, tanto, me cuesta tanto no amarte.
Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario.
Y se hizo luz, se hizo silencio, y en un momento todo paró y nació el amor.
Volveré temprano. Te traeré la aurora y, para tu espalda, polvo de mariposa. Si nadan estrellas hoy bajo tu ropa, allí estaré yo. Y si te despiertas antes de que salga el sol y algo se enreda en tu pecho, ese seré yo.
Hoy ceno contigo, hoy revolución...
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
Te miro y planeo una vida contigo cargada de sueños. Y si no se cumplen cuando despertemos, con la luz del día ya veremos lo que hacemos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí, así que ven aquí, brindemos que hoy es siempre todavía, que nunca me gustaron las despedidas.
Y volver a los sitios en que me has abandonado, y ser asesinado allí donde te amé.
Que ni el SIDA ni el Papa han conseguido evitar que tiernos mozos y mozas se den al goce de amar.
Explícame tú quién gana cuando se acaba la guerra. A los muertos los entierran: ganadores, perdedores, da igual del bando que sean.
El miedo a la fragilidad es tal, que se genera un clima de miedo que es irreal, es una manipulación, y como tenemos miedo, tratamos de buscar un culpable a todo.
Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija. Quieta ahí, tus labios o la vida.
La excusa más cobarde es culpar al destino.
Madrid, deshabitado como mi colchón el verano en que me hice mayor, y ella que ya no llama.
Me gusta pensar que no sólo hay música de usar y tirar.
Porque nos toca aceptar ser sólo amigos y al saludarnos simplemente dar la mano o conformarnos con un beso en la mejilla, y hacer cuenta que en tu vida no soy nada.
Brindemos por el amor y sus fracasos, quizás podamos escoger nuestra derrota.
Maldita ciudad, no es tu mejor momento y aún estás hermosa. He de confesarte que te eché de menos. Agarro la guitarra y canto para ti. Qué bueno estar en casa. Vuelvo a Madrid.
Y yo recordando que olvidé tender la ropa, preguntándome qué andarás haciendo ahora.
Tan cerca estamos, pero tan solos.
Los partidos políticos suponen que las mayorías absolutas son cheques en blanco.
Ya lo sé, lo que te doy es bien poco. Pero aunque el diario hoy se olvide de nosotros, mañana una paloma se posará en tus hombros.
Bares en los que la calma y la cerveza salvan nuestra vida, y mi cabeza soñando estar bajo tu ropa.
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad. Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Te veo y me declaro culpable de desear tu presencia más que desear la paz.
Déjate convencer, duerme esta noche conmigo. Que el amor se encuentra antes si se busca. Mira que casualidad si yo fuera tu hombre y la duda de haberte dado luz no te deja dormir nunca.
Madre, tu hijo no ha desaparecido. Madre, que yo lo encontré andando contigo. Lo veo en tus ojos, lo oigo en tu boca, y en cada gesto tuyo me nombra.