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Dentro de poco tendremos una famosa victoria sobre los enemigos de mi Dios, de mi reino, y de mi pueblo.
Isabel I de Inglaterra
El que Parma o España, o cualquier soberano de Europa, se atreva a invadir las fronteras de mi reino; lo cual, si sucediera, antes que una mancha caiga sobre mi honor por mi culpa, yo misma empuñaré las armas, yo misma seré su caudillo y su juez, y sabré recompensar sus virtudes en el campo de batalla.
Sé que soy dueña de un débil y frágil cuerpo de mujer, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, más aún, de un rey de Inglaterra.
Yo me he conducido de tal modo que, después de Dios, mi fortaleza principal y mi seguridad descansan en los corazones leales y en la buena voluntad de mis súbditos.
Sé que por su disposición merecen recompensas y laureles. Y les aseguro, con palabra de reina, que les serán pagadas en tiempo oportuno.