Frases de Isabel Allende

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No estoy particularmente orgulloso de ser inglés y cuando tú hayas viajado tanto como yo, tampoco tendrás orgullo de ser chino.

De la quietud nace la inspiración y del movimiento surge la creatividad.

La escritura es una larga introspección, es un viaje hacia las cavernas más oscuras de la conciencia, una lenta meditación.

La felicidad consiste en alcanzar aquello que hemos esperado por mucho tiempo.

La crisis moral se produce cuando los mismos católicos que viven en la opulencia van a misa mientras niegan a sus trabajadores un salario digno. Estas palabras debieran grabarse en los billetes de mil pesos, para no olvidarlas nunca.

Si escribo algo, temo que suceda, si amo demasiado a alguien temo perderlo; sin embargo no puedo dejar de escribir ni de amar.

Se vive no más, lo mejor posible, un poquito cada día, es como un viaje sin meta, lo que cuenta es el camino.

Cada uno es dueño de su silencio.

De poco sirve el conocimiento sin sabiduría, no hay sabiduría sin espiritualidad y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás.

Hay dos clases de problemas, los que se arreglan solos y los que no tienen solución.

La peor pobreza es la de cuello y corbata, porque hay que disimularla.

Todos tenemos demonios en los rincones oscuros del alma, pero si los sacamos a la luz, los demonios se achican, se debilitan, se callan y al fin nos dejan en paz.

Escribir es como hacer el amor. No te preocupes por el orgasmo, preocúpate del proceso.

Con la sexualidad está sucediendo lo mismo que con la violencia: se exagera cada vez más para interesar a un público que ya está saciado. No queda nada nuevo que ofrecer, pero siempre se pueden intensificar los efectos especiales.

La vida está llena de ironías, mejor gozar lo que se tiene ahora, sin pensar en un mañana hipotético.

Ella se consideraba a sí misma como un cometa navegando en el viento y, asustada de su propio motín interior, cedía a veces a la tentación de pensar en alguien que pusiera freno a sus impulsos; pero esos estados de ánimo le duraban poco. Cuando meditaba en su futuro se tornaba melancólica, por eso prefería vivir desaforada mientras le fuera posible.

Así es la nostalgia: un lento baile circular. Los recuerdos no se organizan cronológicamente, son como el humo, tan cambiantes y efímeros, que si no se escriben desaparecen en el olvido.

Una parte de su alma escapaba hacia el abismo de los sueños.

Cuando me fui de Chile (1975), yo creía que era una celebridad, porque tenia un programa de televisión, donde iba la gente me reconocía en la calle.

Según mi Popo, los cuentos infantiles son racistas, cómo va a ser que no existan hadas en Botswana o Guatemala.

Los traumas no desaparecen por desdeñarlos; son una medusa persistente que espera en la sombra y en la primera ocasión ataca con su cabellera de serpientes.

Las incontables almas, así como cuanto hay en el universo, son partículas de un espíritu único, como gotas de agua de un mismo océano. Una sola esencia espiritual anima todo lo existente. No hay separación entre los seres, no hay frontera entre la vida y la muerte.

La besó en la mejilla lo más cerca posible de la boca, deseando con pasión permanecer a su lado eternamente para preservarla de las sombras. Olía a yerbas y tenía la piel fría. Supo que amarla era su destino inexorable.

Prométeme que siempre te vas a querer a ti misma como te quiero yo.

La felicidad es jabonosa, se escurre entre los dedos, pero a los problemas uno puede aferrarse, tienen asidero, son ásperos, duros.

Quien ha abierto los ojos en el territorio más alucinante del mundo, pierde la capacidad de asombro.

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