Imágenes
Muy pronto, la televisión impondrá los criterios emocionales como superiores a los argumentos racionales.
Ignacio Ramonet
El informativo televisado, estructurado como una ficción, no está hecho para informar, sino para distraer.
En la televisión se establece poco a poco la engañosa ilusión de que ver es comprender.
La presencia in situ de equipos de televisión desencadena, especialmente en casos de manifestaciones masivas, una efervescencia artificial vorazmente filmada por las cámaras.
¿Qué es el pensamiento único? La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial, las del capital internacional.
El primer principio del pensamiento único es tanto más fuerte cuanto un marxista distraído no renegaría de él en absoluto: lo económico prima sobre lo político.
La información es ante todo considerada como una mercancía.
La televisión construye la realidad, provoca el shock emocional y condena prácticamente al silencio y la indiferencia a los hechos que carecen de imágenes.
Querer informarse sin esfuerzo es una ilusión que tiene que ver con el mito publicitario más que con la movilización cívica. Informarse cansa y a este precio el ciudadano adquiere el derecho de participar inteligentemente en la vida democrática.
Información y comunicación tienden a confundirse.
La globalización implica la emergencia de nuevos poderes que trascienden las estructuras estatales.
La sucesión rápida de noticias breves y fragmentadas produce un doble efecto negativo de sobreinformación y desinformación.
Las guerras, en un universo supermediatizado, son también grandes operaciones de promoción política que no podrían llevarse a cabo al margen de los imperativos de las relaciones públicas.