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La única ternura inalterable es la que siente el perro hacia su amo. Todavía el hijo suele irritarse contra el padre; todavía el padre suele maldecir a su hijo. Sólo el perro sufre una paliza de su amo, y llora de amor por él.
Ignacio Manuel Altamirano
El mayor castigo que puede imponerse a la envidia es el desprecio. Hacerle caso es permitirle saborear un síntoma de victoria.
Las mujeres nunca encuentran inverosímil una lisonja que se les dirige.
La envidia es la impotencia irritada por el mérito.
La insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía.
Nada hay tan importante como el acento de la verdad.
Los hombres que a todo sacan su valentía son como esa gente que tiene mala voz y que anda siempre cantando.
El valor es como la desnudez de la mujer; para que cause atractivo es preciso que no se muestre, sino de cuando en cuando. Si sale a la luz a cada rato, pierde su mérito.
Aunque un tirano no debiera temer más que la pluma de un Tácito, esto sería suficiente para hacerle temblar.
La envidia es al mérito lo que la cobardía al valor.
Un buen consejo a los solteros: No hay que casarse sino con una mujer que sea bastante hermosa para no necesitar dote, o bastante rica para no necesitar belleza.
El antagonismo para el hombre de mérito es el combate noble; para el envidioso es la cruel tortura.
El celo, hijo de la desconfianza, es hermano de la credulidad.
El que una sociedad civilizada, crea en los dogmas inventados por la humanidad en su infancia es tan sensato como el que una mujer de edad madura llore y ría con las muñecas que creyó vivas cuando estaba mamando.
El que grita estando colérico es tan patán como el que ríe a carcajadas.
Observad a las prostitutas: hablan mal de todas las mujeres; observad a los malvados: hablan mal de todos los hombres. Es un triste consuelo para estas dos clases de gente.
La envidia es una sombra que oscurece el semblante y entristece el espíritu.
Creer uno que sabe Historia porque la conoce en los compendios, es querer formarse idea de la grandeza del mar, al comer una ostra.
Nada hay que dé tanto valor como la justicia. La fuerza sólo da un valor artificial.
¿Queréis hablar estando poseído de ira? Adoptad el acento de los grandes trágicos y no gritéis. La voz apagada es más terrible y más elegante, si esto último puede decirse.
Los ojos, en los cuales no se refleja el cielo de la Patria, son tristes.
En una persona desaseada, hasta los pensamientos tienen mal olor.
La envidia es un buitre que se alimenta de sus propias entrañas.
No es bueno jurar, hay poco mérito en hacer una cosa por cumplir un juramento.
La envidia no tiene nunca ni la franqueza de la risa, ni el arrebato de la cólera; no tiene más que sonrisas frías y lágrimas ocultas.
Contra el salteador, el cuatrero y el ratero hay la acción criminal. Contra el ladrón literario no hay nada y, además, el robado costea el precio de la magnesia para pagar la bilis que produce el despojo.
Por más hablador que sea un hombre, siempre, siempre se calla las nueve décimas partes de lo que piensa.
La coquetería no excluye la virtud, así como el exterior grave y solemne no excluye el vicio.
La envidia hace sufrir al envidioso más que a los censurados la censura.
Para las mujeres todo es posible.
La caballerosidad en amores es un ayuno siempre expuesto a quebrantarse.
¡Pílades y Orestes! Vuestra amistad, como los amores de los dioses, pertenece a la fábula.
Los guerreros más valientes han sido siempre los hombres más llenos de cortesanía, y aún cuando hayan sido insultados, se han mostrado afables.
Es necesario buscar la flor de la amistad sobre la tumba de un perro.
Los hombres se extravían, las mujeres se pierden.
La envidia como la ictericia se conoce en el color de los ojos y en el de la piel.
Los fatuos son los que menos gozan de las mujeres, pero son los que más las perjudican.
Si fueran a reproducirse en los papeles públicos, los elogios que durante la ausencia se hacen los amigos íntimos, habría duelos a muerte todos los días.
La buena educación es como el perfume de las rosas, se percibe desde lejos.
Tácito es la indignación de la Historia contra la tiranía y el crimen.