Imágenes
El lecho del tamaño del deseo para intentar todas las caricias y confundir las pieles en el largo sudor que resplandece en la media luz de las cortinas de la tarde.
Hugo Gutierrez Vega
Me asomo y veo tu cuerpo entre las sábanas, siento tu respiración lenta. Todo está vivo.
La poesía es un artículo de primera necesidad para los individuos y para los pueblos. De alguna manera restaura un idioma, sobre todo frente a los embates de los medios de comunicación, de su obscenidad y vulgaridad.
Dos veces vimos ya la misma arena. Nunca somos los mismos. Es tiempo, amada gente, de largarnos.
Estaré junto a tu voz pasada escuchando tu voz presente. Leeremos nuestra historia en el libro cerrado de tu vientre.
Las sensaciones, en cambio, aparecen y desaparecen en filas bien ordenadas. Dejan en la boca sabores contradictorios y en el cuerpo el acuciante deseo de seguir deseando.
De nuevo llegas a mi casa. Conoces el camino y sabes que mis cosas se han amoldado a ti.
Este pueblo no cambia. Aquí están la luna entre las torres, la conversación de los grillos y la tensa guadaña que año a año nos quita a las gentes cercanas.
El gran atractivo del teatro, para el actor, sobre todo para el actor que tiene conciencia de que es actor, es esta especie de juego humanístico que es ser el mismo y al mismo tiempo muchos otros.
Los poetas son gente impúdica.
Desde el cuarto que construimos a nuestro alrededor, estiramos las manos para tocas la ventana abierta al otro lado del jardín.
Cómo vivir con la certidumbre de que la ausencia ha puesto sitio a nuestra casa ya en sombra.
Ahora es el tiempo de los claroscuros, de las manos memoriosas, de esta indecisión con la que llega la mañana y entran por las rendijas los dedos del sol.
Si nada cesa tú nunca cesarás. La muerte grande te besó en las mejillas y nosotros lloramos y reímos. Estamos contigo. Tu memoria no se detuvo nunca.
Un cuerpo dormido nos entrega la paz del mundo. Me voy sin hacer ruido. Te dejo en el país construido por el sueño. Al irme siento que sonríes.
La poesía también da a la gente como nosotros, a la gente común y corriente, a la gente sensible, palabras para expresar lo fundamental de lo cotidiano que es el encuentro y el desencuentro del amor, de la muerte, el deseo, es decir, las cosas pequeñas y esenciales de la vida.
El poeta ve algunas cosas que no ven las otras personas o que el trabajo no permite observar, además ha aprendido una técnica para decir esas cosas de una manera no sólo eficiente sino de una manera entrañable, por lo tanto la sociedad tiene que ver muchísimo con la entraña del poeta.
Para mí el teatro fue una experiencia muy enriquecedora, la posibilidad de dejar de ser uno mismo es siempre muy hermosa.
Los ángeles del otoño, con un dedo en los labios, le ordenan a la vida que no te despierte.
El poeta no es ni mucho menos un místico o un ser especial sino es una persona que canta lo que a todos pertenece, y que a su manera está dotado de una cualidad que a él le pertenece, como el zapatero está dotado de otra cualidad o el panadero.
Queda este enorme cansancio, la débil certeza de no saber nada, de no querer ya nada, de conformarnos con esta tarde en la playa y con los ojos pálidos del mar, los que no ven, los hechos para ser contemplados.