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Tener o no tener rentas, esa es la cuestión, dijo Shakespeare.
Honoré de Balzac
Sólo el amor postrero de una mujer puede compararse al primer amor de un hombre.
El mal de nuestro tiempo es la superioridad. Hay más santos que hornacinas.
Si los jóvenes hermosos, fuertes, llenos de vida, de ansias palpitantes, no fueran ignorantes y tímidos, la vida social sería imposible.
El periodismo es una inmensa catapulta puesta en movimiento por pequeños odios.
El amor es la poesía de los sentidos.
El poeta no es la poesía, como el grano no es la flor.
Los Gobiernos pasan, las sociedades mueren, la policía es eterna.
El amor crea en la mujer, una mujer nueva; la de la víspera ya no existe al día siguiente.
La inspiración es la ocasión del genio.
Los errores femeninos derivan casi siempre de su fe en el bien o de su confianza en la verdad.
En ciertas circunstancias de la vida conviene que el amigo permanezca silencioso a nuestro lado; el consuelo hablado ensancha la llaga y nos deja ver su profundidad.
Los trajes están hechos para poder enseñarlo todo y no dejar ver absolutamente nada.
El genio de la oración parece purificar y suavizar los toscos rasgos de la cara y hace que ésta resplandezca.
Es mucho más fácil el papel del amante que el del marido; por la razón de que es más difícil ser ingenioso todos los días que decir cosas bonitas de cuando en cuando.
En un marido no hay más que un hombre; en una mujer casada hay un hombre, un padre, una madre y una mujer.
El sentimiento que más difícilmente soporta el hombre es la piedad, sobre todo cuando la merece. El odio es un tónico, hace vivir, inspira la venganza; pero la piedad mata, acentúa más nuestra debilidad.
Un desgarrón en la ropa es una desgracia; una mancha, un vicio.
La virtudacaso no sea otra cosa que la gentileza del alma.
El mito global solo nos empuja a la era de la melancolía. El modelo de la codicia se balancea entre la ira y la codicia; mientras la aldea global es solo una esperanza ingenua.
Quien sabe gobernar a una mujer sabe gobernar un estado.
Los padres, para ser felices, tienen que dar. Dar siempre, esto es lo que hace un padre.
Sucede con frecuencia que la posesión mata los más grandes poemas del deseo, a cuyos sueños corresponde raramente el objeto poseído.