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El vino ahoga todas las penas.
Hipócrates
Si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño.
Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina.
Un trago de vino aplaca el hambre, un hambre excesiva detesta el vino.
La fiebre de la enfermedad la provoca el cuerpo propio. La del amor, el cuerpo del otro.
Los viejos tienen menos enfermedades que los jóvenes, pero las que tienen no les abandonan nunca.
Los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado ni esperanza ninguna para lo porvenir.
Las fuerzas naturales que se encuentran dentro de nosotros son las que verdaderamente curan las enfermedades.
Hombres de Atenas, no tenemos mucho tiempo para la exhortación, pero para los valientes valen lo mismo pocas palabras que muchas.
Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento.
El arte es largo, la vida breve, la ocasión fugitiva, la experiencia falaz, el juicio dificultoso. No basta que el médico haga por su parte cuanto debe hacer, si por otro lado no concurren al mismo objeto, los asistentes y demás circunstancias exteriores.
El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida.
La naturaleza obra sin maestros.
Hay una circulación común, una respiración común. Todas las cosas están relacionadas.
No daré veneno a nadie aunque me lo pida, ni le sugeriré tal posibilidad.
La terapéutica debe ayudar a la fuerza regeneratriz de la naturaleza.
Los hombres deberían saber que del cerebro y nada más que del cerebro vienen las alegrías, el placer, la risa, el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones.
La guerra es la mejor escuela del cirujano.
Todo lo excesivo es contrario a la naturaleza.
La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil.
Tus fuerzas naturales, las que están dentro de ti, serán las que curarán tus enfermedades.
Ni la sociedad, ni el hombre, ni ninguna otra cosa deben sobrepasar para ser buenos los límites establecidos por la naturaleza.
Nunca, ni siquiera ante un ruego, administraré algún veneno letal como tampoco daré consejo para eso; nunca daré a mujer alguna supositorio para que aborte. del El juramento de Hipócrates en la obra La historia del aborto por Robert Jütte, pp 33, según la traducción Deichgräber.
La madre del conocimiento es la ciencia; la opinión genera ignorancia.
Que tu alimento sea tu única medicina.
No los remedios, sino la naturaleza es la que cura, consistiendo la virtud de aquéllos sólo en ayudar a ésta.