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Con tanto ardor deben los ciudadanos pelear por la defensa de las leyes, como por la de sus murallas, no siendo menos necesarias aquéllas que éstas para la conservación de una ciudad.
Heráclito
El camino arriba y abajo es uno y el mismo.
El nombre del arco es vida; su función es dar muerte.
Si no esperáis lo inesperado no lo encontraréis, dado que es penoso descubrirlo, y además dificil.
Lo contrapuesto concuerda, y de los discordantes se forma la más bella armonía, y todo se engendra por la discordia.
Lo sabio es la meta del alma humana y, a medida que se avanza en sus conocimientos, va alejando a su vez el horizonte de lo desconocido.
Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo Dios ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será, fuego siempre vivo, prendido según medidas y apagado según medidas.
Son distintas las aguas que cubren a los que entran al mismo río.
En el rodillo del cardador, recorrido recto y torcido unos son y el mismo.
Sin esperanza se encuentra lo inesperado.
Una vez nacidos, quieren vivir y alcanzar su destino, pero más bien descansar, así que dejan tras de sí para que alcancen su destino.
Si no esperas lo inesperado no lo reconocerás cuando llegue.
No vayamos conjeturando azarosamente sobre los temas más importantes.
Muerte es todo lo que vemos despiertos; sueño lo que vemos dormidos.
El modo de ser humano no comporta capacidad de juicio; el divino sí la comporta.
El sol es nuevo cada día.
La salud humana es un reflejo de la salud de la tierra.
A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.
La guerra es el origen de todo.
El Sol no rebasará sus medidas. Pues si no, la Erinias, defensoras de la Justicia, darán con él.
No hagas reír hasta el punto de dar motivo a la risa.
Nada es permanente a excepción del cambio.
Es necesario saber que la guerra es común y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad.
Este cosmos, que es el mismo para todos, no ha sido hecho por ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será un fuego eterno y vivo que se enciende y se apaga obedeciendo a medida.
Inmortales, mortales, inmortales. Nuestra vida es la muerte de los primeros y su vida es nuestra muerte.
Para las almas es muerte llegar a ser agua, para el agua es muerte llegar a ser tierra, y de la tierra nace el agua, del agua el alma.
La auténtica naturaleza de las cosas suele estar oculta.
El alma se tiñe del color de sus pensamientos. Piensa sólo en aquellas cosas que están en línea con tus principios y que puedan ver la luz del día. El contenido de tu carácter lo eliges tú. Día a día, lo que eliges, lo que piensas, y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino... es la luz que guía tu camino.
Si no se espera, no se da con lo inesperado.
La enfermedad hace buena y agradable la salud, el hambre a la saciedad, el trabajo al reposo.
La enfermedad hace a la salud buena, el hambre a la hartura, el cansancio al descanso.
El sol se renueva cada día. No cesará de ser eternamente nuevo.
No encontrarás los confines del alma ni aún recorriendo todos los caminos; tal es su profundidad.
Todo fluye, nada permanece.
Los hombres intentan purificarse manchándose de sangre. Es como si, después de haberse manchado con barro, quisieran limpiarse con barro.
Los perros, de cierto, ladran a quien no conocen.
Todas las leyes humanas se alimentan de la ley divina.
Este mundo siempre fue, es y será fuego eternamente vivo.
Son los ojos testigos mucho más exactos que los oídos.
Si todas las cosas se convirtieran en humo, las narices discernirían.