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Las reglas y los modelos destruyen al genio y al arte.
Henry Hazlitt
El hombre es el único animal que ríe y llora, porque es el único que percibe la diferencia entre lo que las cosas son y lo que deben ser.
Para evitar el daño irreparable, el presupuesto debe balancearse lo antes posible y no sólo en cuestiones superficiales. El equilibrio debe conseguirse mediante el recorte del gasto imprudente y no mediante la subida de la carga impositiva que ya se encuentra socavando los incentivos y la producción.
La sencillez de carácter es el resultado natural del pensamiento profundo.
La constante reducción de los costos de producción unitarios originada por la adición de nuevo capital produce uno de estos dos efectos, cuando no ambos: reduce el precio de los artículos para el consumidor e incrementa los salarios de los trabajadores que disponen de nuevas máquinas, porque aumenta su capacidad productiva.
Como ocurre con cualquier otro impuesto, la inflación perturba todo cálculo económico e influye poderosamente en nuestra conducta privada y en la orientación que convendrá dar a nuestros negocios.
El silencio es un gran arte para la conversación.
El público no tiene ni vergüenza ni gratitud.
Las opiniones acerca de los salarios se formulan con tal apasionamiento y quedan tan influidas por la política, que en la mayoría de las discusiones sobre el tema se olvidan los más elementales principios.
El único vicio que no puede perdonarse es la hipocresía. El arrepentimiento del hipócrita es de por sí una hipocresía.
Todo lo que obtenemos, aparte de los dones gratuitos con que nos obsequia la naturaleza, ha de ser pagado de una u otra manera.
El motivo más frecuente para imprimir dinero es la existencia de un presupuesto desequilibrado. Los presupuestos desequilibrados se generan por los extravagantes gastos que el gobierno no puede o no está dispuesto a financiar mediante la subida de los impuestos.
La inflación es un incremento en la cantidad de dinero y crédito. Su consecuencia principal es la subida de los precios. Entonces la inflación -si empleamos incorrectamente el término para describir el aumento de los precios- está causada solamente por la impresión de más cantidad de dinero. Por esto, las políticas monetarias del gobierno son totalmente responsables.
Examinar los problemas en su integridad y no fragmentariamente: tal es la meta de la ciencia económica.
Cuanto mayor sea el porcentaje de renta nacional que absorban las cargas fiscales, tanto mayor será la disuasión ejercida sobre la producción y la actividad privada.
Los inflacionistas mejor preparados no dejan de reconocer que cualquier incremento sustancial en el volumen de dinero en circulación lleva consigo la reducción del poder adquisitivo de la unidad monetaria; en otras palabras, conduce a un aumento en el precio de las mercancías.
Cuando el facilitar empleo se convierte en finalidad, la necesidad pasa a ser una cuestión secundaria.
El más diminuto dolor en nuestro dedo pequeño nos preocupa más que la destrucción de millones de nuestros semejantes en el mundo entero.
La peor vejez es la del espíritu.
El mal economista sólo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan sólo contempla las consecuencias directas del plan a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas.
Los excesivos gastos son principalmente el resultado de los esfuerzos del gobierno para redistribuir la riqueza y el ingreso - en breve, para forzar al sector productivo a que sostenga al sector no productivo. Esto erosiona los incentivos al trabajo tanto de los entes productivos como de los no productivos.
Cuanto más produce el individuo, tanto más acrecienta la riqueza de toda la comunidad. Cuanto más produce, tanto más valiosos son sus servicios para los consumidores y, por lo tanto, para los empresarios. Y cuanto mayor es su valor para el empresario, mejor le pagarán. Los salarios reales tienen su origen en la producción, no en los decretos y órdenes ministeriales.
La política de subsidios va generalmente acompañada o inevitablemente lleva implícita una política restrictiva de la producción, es decir, una política de escasez.
Demagogos y malos economistas presentan verdades a medias. Aluden únicamente a las repercusiones inmediatas de la política a aplicar o de sus consecuencias sobre un solo sector.
Si no se registra beneficio en la fabricación de un artículo, es señal que el trabajo y el capital a él destinados se hallan mal invertidos, por cuanto el valor de los recursos que han de ponerse a contribución para elaborar el producto es superior al precio del artículo en cuestión.
Cuando más hacemos, más podemos hacer; cuando estamos más ocupados es cuando tenemos más tiempo para divertirnos.
La inviolabilidad de los derechos se basa no en alguna mística pero manifiesta ley de la naturaleza, (sino) últimamente (aunque escandalizará a muchas personas oír esto) en consideraciones utilitarias.
Las causas de la inflación no son, como suele decirse, múltiples y complejas sino simplemente el resultado de la excesiva impresión de dinero.
Precios y beneficios libres elevarán al máximo la producción y remediarán la escasez con mayor rapidez que ningún otro sistema. Los precios y beneficios arbitrariamente fijados sólo pueden prolongar la escasez y reducir no sólo la producción, sino también el número de empleos.
De una manera inmediata o remota cada dólar que el Gobierno gasta procede inexcusablemente de un dólar obtenido a través del impuesto. Cuando consideramos la cuestión de esta manera, los supuestos milagros de las inversiones estatales aparecen a una luz muy distinta.
En una economía sin trabas, en la que salarios, costos y precios quedan a merced del libre juego de la competencia, las perspectivas de beneficios deciden cuáles serán los artículos que se produzcan, en qué cantidades y cuáles los que no han de producirse en absoluto.
El gobierno es incapaz de darnos algo sin despojarnos de algo más.
El objetivo económico de las naciones, como el de los individuos, es lograr el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Todo el progreso económico de la humanidad ha consistido en obtener mayor producción con el mismo trabajo.
Es sumamente difícil encontrar a un nihilista ético consistente. Cuando crudamente profesan su nihilismo, piensan en un solo lado del asunto. Ellos no ven porque ellos deban guiarse por normas morales tradicionales. Pero una investigación más profunda revela que en realidad ellos esperan que otros las cumplan. (con ellos, respetándolos)
El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores.
Si el capital invertido dentro del país produce menos que el invertido en el extranjero, situarán su dinero más allá de las fronteras, y si no pueden hallar en ninguna parte una remuneración bastante que compense los riesgos, dejarán de invertir en absoluto.
En una economía de mercado en régimen de libre competencia quedan eliminados por la caída de los precios los empresarios que trabajan con mayores costos, los ineficientes.
La prosperidad es un gran maestro; la adversidad es mucho más grande. La posesión embota la mente, la adversidad la fortalece.
En el mejor de los casos, la consecuencia de fijar un precio máximo a un artículo determinado será provocar su escasez.
El prejuicio es él hijo de la ignorancia.