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Las ideas fijas nos roen el alma con la tenacidad de las enfermedades incurables. Una vez que penetran en ella, la devoran, no le permiten ya pensar en nada ni tomar gusto a ninguna cosa.
Guy de Maupassant
Los que lo dirigen son igualmente tontos, pero en lugar de obedecer a hombres se atienen a principios, que por lo mismo que son principios sólo pueden ser necios, estériles y falsos, es decir, ideas consideradas ciertas e inmutables, tan luego en este mundo donde nada es seguro y donde la luz y el sonido son ilusorios.
Desde la ruidosa expulsión de los monjes, hemos entrado en la era de los conflictos entre la autoridad civil y la dominación eclesiástica. Ya en los asombrados departamentos asisten al duelo heroico del prefecto y del obispo; ya Francia entera se queda boquiabierta ante el combate singular de un ministro y de un cardenal.
El amor tiene siempre su valor, venga de donde venga. Un corazón que palpita cuando uno llega, un ojo que lagrimea cuando uno se va, son cosas tan raras, dulces y preciosas que no deben despreciarse jamás.
Amamos a la madre casi sin saberlo; y tan sólo percibimos toda la profundidad de las raíces de este amor en el momento de la última separación.
Cualquier cosa que se quiere decir sólo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla.
El pasado me atrae, el presente me aterra porque el porvenir es la muerte.
Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado.
Los enamorados son como los bebedores. Quien ha bebido beberá, quien ha amado amará. Es una cuestión de temperamento.
Hay, en todo, algo inexplorado, porque estamos habituados a no servirnos de nuestros ojos, sino con el recuerdo de lo que se ha pensado antes que nosotros sobre aquello que contemplamos.
Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza pero el hombre también ha procedido así con él.
Estamos más cerca unos de otros cuando callamos que cuando hablamos.
El hombre y la mujer son siempre extraños de alma e inteligencia, son siempre dos beligerantes y entre ellos siempre tiene que haber un vencedor y un vencido.
Amor significa el cuerpo, el alma, la vida, todo el ser. Sentimos el amor cuando sentimos el calor de nuestra sangre, respiramos amor con el aire que respiramos, lo tenemos en nosotros mismos cuando lo tenemos en nuestro pensamiento. Nada más existe para nosotros.
Cuán débil es nuestra razón y cuán rápidamente se extravía cuando nos estremece un hecho incomprensible.
¡Ojos de mujer, cuán poderosos sois! ¡Cómo conturban, invaden, conquistan y dominan todo! ¡Cuán profundos parecen y cuán llenos de promesas y de infinito!
¡Matar es un crimen porque hemos cuantificado a los seres! Cuando nacen, se les inscribe, se les da un nombre, se les bautiza. ¡La ley les hace suyos! ¡Eso es! El ser que no está registrado no cuenta: ¡matadle en un páramo o en un desierto, matadle en una montaña o en el llano, qué más da!
Fácil resulta el deber para aquellos a quienes no atormentan nunca los deseos frenéticos.
La esencia de la vida es la sonrisa de las mujeres.
La soledad es peligrosa: cuando estamos solos mucho tiempo, poblamos nuestro espíritu de fantasmas.
El pueblo es un rebaño de imbéciles, a veces tonto y paciente, y otras, feroz y rebelde. Se le dice: Diviértete. Y se divierte. Se le dice: Ve a combatir con tu vecino. Y va a combatir. Se le dice: Vota por el emperador. Y vota por el emperador. Después: Vota por la República. Y vota por la República.
El patriotismo es el huevo de donde nacen las guerras.
¡Dios mío! ¡Dios mío! Quisiera ser capaz de descubrir lo que me ha sucedido. Pero... ¿Me atreveré? ¿Podré hacerlo?. Es una locura, tan fantástico, tan inexplicable e incomprensible...
Nuestra memoria es un mundo más perfecto que el universo: le devuelve la vida a los que ya no la tienen.
Me es imposible vivir en París a causa de la indefinible angustia que en esta ciudad se apodera de mí.
Se sabía de memoria El contrato social, La nueva Eloísa y todos esos libros de filosofía que prepararon a distancia el futuro trastorno de nuestras antiguas costumbres, de nuestros prejuicios, de nuestras leyes caducas, de nuestra estúpida moral.
Siento tal pasión por la soledad que no puedo soportar la idea de que otros duerman bajo mi mismo techo.
He entrado en la vida literaria como un meteoro, y voy a salir de ella como un rayo.
El hombre que ama con normalidad bajo el sol, adora frenéticamente bajo la luna.
La joven marquesa de Rennedon dormía aún, en su alcoba cerrada y perfumada, en su gran cama agradable y baja, entre sus sábanas de batista ligera, finas como un encaje, acariciantes como un beso; dormía sola, tranquila, con el feliz y profundo sueño de las divorciadas.
Cuando sale la luna creciente, a las cuatro o las cinco de la tarde, presenta una luz brillante y alegre como de plata; en cambio, después de media noche es apagada, triste y siniestra. Es una verdadera luna de noche de brujas.
Si bien los hombres no son siempre corteses, las mujeres, a su vez, son siempre de una incalificable grosería.
Cuando un amigo se casa todo termina, porque el cariño celoso de la mujer no tolera el afecto vigoroso y franco que existe entre dos hombres.
Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad.
¿No es más bien el toque del amor -el misterio del amor- que constantemente busca unir a dos seres, que intenta con su fuerza en el mismo instante que un hombre y una mujer se han mirado cara a cara?
Me parece una tontería ponerse contento un día determinado por decreto del gobierno.
Es evidente que la soledad resulta peligrosa para las mentes que piensan demasiado. Necesitamos ver a nuestro alrededor a hombres que piensen y hablen. Cuando permanecemos solos durante mucho tiempo, poblamos de fantasmas el vacío.
¿De dónde vienen esas misteriosas influencias que trasforman nuestro bienestar en desaliento y nuestra confianza en angustia?
El patriotismo es una especie de religión, es el huevo en donde se empollan las guerras.
Cada gobierno tiene en gran parte la obligación de evitar la guerra como capitán de un buque ha de evitar un naufragio.