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Podemos utilizar todas las desgracias que acontecen en el mundo como enseñanzas espirituales.
Gueshe Kelsang Gyatso
Si distinguimos entre los problemas internos y los externos, podremos comprender que la verdadera naturaleza de nuestros problemas son nuestras sensaciones, que forman parte de la mente.
Debido al intenso apego a nuestras creencias, cuando alguien nos contradice sentimos de inmediato una sensación desagradable.
El objetivo de comprender lo valiosa que es nuestra existencia humana es animarnos a extraer su verdadero significado y no desperdiciar nuestra vida en actividades sin sentido.
Como fin, en sí mismos, los logros mundanos son vacíos y no constituyen el verdadero significado de nuestra existencia humana.
Las circunstancias y los demás seres no tienen la capacidad para producirnos malestar.
Si todos practicasen con sinceridad el camino de la compasión y la sabiduría, sus problemas desaparecerían y no volverían a surgir, esto puedo garantizarlo.
No sufrimos porque lo hayamos elegido, sino porque nuestra mente está controlada por la ignorancia del aferramiento propio.
Esperar que una mera comprensión intelectual de los textos budistas nos ayude a solucionar nuestros problemas es como pretender que una persona enferma se cure leyendo.
Debemos poner en práctica las enseñanzas de Buda, el Dharma, porque nada puede lograrse con solo leer palabras. Un hombre enfermo nunca podrá curarse si se limita a leer instrucciones médicas.
El origen de todos nuestros problemas diarios son nuestros propios engaños, como el apego.
Debemos comprender que la persona que desea perjudicarnos carece de libertad, pues está bajo el control total del odio.
Una vez que hemos aprendido a aceptar con paciencia nuestro sufrimiento, si pensamos en el de todos los demás seres sintientes que están atrapados en el samsara, generaremos compasión de manera natural.
Todos deseamos ser felices y liberarnos del sufrimiento, pero debido a nuestras perturbaciones mentales, como el odio, el apego, etcétera, no nos importa crear más causas para sufrir.
La felicidad y el sufrimiento son estados mentales y, por lo tanto, sus causas principales no existen fuera de la mente misma. Si queremos ser verdaderamente felices y liberarnos del sufrimiento, debemos aprender a controlar nuestra mente.
Cuando el sabio que desea alcanzar la iluminación se encuentra con dificultades o circunstancias adversas, las acepta y no permite que alteren su serenidad.
Cuando nuestros deseos no se cumplen, por lo general generamos sensaciones desagradables, como por ejemplo, de infelicidad o depresión; y tenemos estos problemas porque estamos muy apegados a que se cumplan nuestros deseos.
Sabemos que cuando nuestra mente es impura porque estamos enfadados con un amigo, lo vemos como una mala persona; pero cuando es pura debido a que sentimos amor afectivo por ese mismo amigo, lo vemos como una buena persona.
Cuando meditamos, aunque nuestra meditación no sea muy clara, estamos realizando una acción mental virtuosa que es causa de felicidad y paz interior.
Solo somos una persona entre los innumerables seres y unos momentos de sensaciones desagradables en la mente de un solo ser no es ninguna catástrofe.
Toda la felicidad de este mundo surge del deseo de que los demás sean felices.
Todo el sufrimiento surge de desear nuestra propia felicidad.
La sabiduría es una mente virtuosa e inteligente cuya función es disipar la oscuridad interna de la ignorancia.
El odio es una reacción ante las sensaciones de infelicidad que sentimos, que surgen cuando nos enfrentamos con circunstancias desagradables.
Si respondiésemos ante las dificultades con una mente pacífica y constructiva, no nos causarían problemas, sino que las consideraríamos como oportunidades y retos para progresar en nuestro desarrollo personal.
No es correcto dejar que nos domine el enfado, porque este solo sembrará semillas de futuro sufrimiento.
La intención última de Buda es conducir a todos los seres sintientes a la felicidad suprema de la iluminación mostrándoles el camino mahayana.
A partir de la mente de aferramiento propio surgen todas las demás perturbaciones mentales, como el odio y el apego, y es la causa raíz de todo sufrimiento e insatisfacción.
Los problemas solo aparecen cuando no reaccionamos de manera constructiva ante las dificultades. Por consiguiente, si queremos solucionar nuestros problemas, debemos aprender a transformar nuestra mente.
Con sabiduría podemos entender cómo existen los objetos en realidad.
Una vida con significado, una muerte gozosa.
El único método para abandonar nuestra ignorancia y disfrutar de la felicidad suprema de la iluminación es alcanzar la perfección de la sabiduría en general, y la perfección superior de la sabiduría en particular.
Nuestro sufrimiento no es un castigo impuesto por nadie, sino que procede de la estimación propia, que solo desea nuestra propia felicidad sin tener en cuenta la de los demás.
No hay peor maldad que el odio.
Si somos capaces de reconocer los malos pensamientos antes de que se conviertan en odio, no será muy difícil controlarlos.
Hemos de comprender que los problemas no existen fuera de nosotros mismos, sino que son parte de nuestra mente que experimenta sensaciones desagradables.
Nuestro enfado nunca nos ayuda a nosotros y el de los demás tampoco les ayuda a ellos.
Somos como un viajero en el desierto que persigue espejismos hasta la extenuación.
Todo lo que es bueno, malo o neutro para nosotros es una proyección de nuestra mente y no existe fuera de ella.
Sabemos que cuando nuestra mente está tranquila somos felices y cuando no lo está somos desgraciados. Por lo tanto, está claro que nuestra felicidad depende de nuestra paz interior y no de lo favorables que sean las condiciones externas.