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Los historiadores son personas que se interesan por el futuro cuando éste ya es pasado.
Graham Greene
Lo que no se ve se puede ignorar.
Se puede confiar en la indulugencia de Dios, pero no en el hombre, en los hombres.
Nunca nos hacemos enteramente a la idea de que nosotros contamos menos para los demás de lo que los demás cuentan para nosotros.
Sentimental es como llamamos al hombre con sentimientos que no compartimos.
La edad es muy cansada y la vida dura demasiado tiempo.
Entró en el territorio de mentiras sin pasaporte para el regreso.
Se puede hacer una guerra sin piedad contra los guapos, los listos y los triunfadores, pero no contra los que no tienen ningún atractivo.
Moralidad viene con la triste sabiduría de la edad, cuando el sentido de la curiosidad ha mermado.
Llamamos sentimentalismo a los sentimientos que no compartimos.
Contra lo que suele creerse, la verdad casi siempre es divertida. Lo único que la gente se toma el trabajo de inventar son tragedias.
Para un escritor el éxito es siempre temporal, es siempre un fracaso.
El éxito es más peligroso que el fracaso, rompe en ondas en la amplia costa.
En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad.
Nuestro mundo no es el universo. Quizá haya un lugar donde Jesucristo no ha muerto.
Cuando no estamos seguros, estamos vivos.
No podría creer en un Dios al cual comprendiera.
Nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos.
La política está en el aire mismo que respiramos, igual que la presencia o ausencia de Dios.
Cree que si un hombre se arrepiente del daño que ha echo, ¿puede volver a la época más feliz de su vida y revivirla eternamente? ¿Podría ser así el cielo?
Es imposible ir por la vida sin confiar en nadie; es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo.
Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro.
No se puede concebir, ni puedo, la terrible extrañeza de la misericordia de Dios.
Él siempre será inocente, no se puede culpar a los inocentes, son siempre inocentes. Todo lo que podemos hacer es controlarlos o eliminarlos. La locura es una especie de inocencia.
Sólo cuando amamos el pecado estamos condenados irremediablemente.
Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan o componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana.
La frontera es, a veces, una manera de ir con billete de vuelta a un país en el que por razones políticas no se tiene ningún deseo de vivir.
Es posible que las maniobras no sirvan para ganar batallas, pero los ejercicios forman el carácter.