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Un sólo pensamiento de gratitud hacia el cielo, es la oración más perfecta.
Gotthold Ephraim Lessing
No es libre el que se ríe de sus cadenas.
La moza que piensa es tan estúpida como el hombre que se pinta.
La risa burlona del infierno.
El que no tiene bastante, porque no se limita a lo que tiene o no sabe conservarlo, es, en el más profundo sentido de la frase, un pobre diablo; más que aquel a quien efectivamente falta lo más preciso.
Entre mendigar y pedir prestado, no hay mucha diferencia.
Piensa erróneamente, si quieres, pero en cualquier caso piensa por ti mismo.
Un genuino mendigo es realmente el único y verdadero rey.
La palabra casualidad es una blasfemia; nada bajo el Sol sucede por casualidad.
¿Cómo se llama al animal más temible? Preguntó un rey a cierto sabio. Y éste respondió: los salvajes le llaman tirano; los mansos, adulador.
Seamos perezosos para todo menos para amar, beber y ser perezosos.
Se sienten menos necesidades cuanto más se sienten las ajenas.
Otras más variadas: El fin supremo de la ciencia es la verdad: el fin del Arte es el placer.
El hombre más lento, que no pierde de vista el fin, va siempre más veloz que el que vaya sin perseguir un punto fijo.
Ambos se dañan a sí mismos: el que promete demasiado y el que espera demasiado.
Quien al tocar ciertos puntos o al profundizar ciertas materias no pierde la razón, prueba que no la tiene.
Pedir prestado no es mucho mejor que mendigar, así como el prestar con usura no es gran cosa menos que robar.
¿Quién no alaba a un Klopstock? Y, sin embargo, ¿lo leen muchos? No. Yo quiero ir más rastrero y ser leído con más diligencia.
La superstición en que fuimos educados conserva su poder sobre nosotros aun cuando lleguemos a no creer en ella.
Ayer amaba; hoy sufro y mañana muero. Sin embargo, gustosamente pienso hoy y mañana en el ayer.
Las ruinas de un ser sirven, a la siempre activa naturaleza, para la vida de otro.
Hay ciertas cosas en las cuales una mujer ve siempre más a fondo que cien ojos de hombre.
Si Dios nos presentara encerrada en su mano derecha toda la verdad, y en su izquierda el anhelo vivo de la verdad, aunque con la condición de que siempre habría de errar, yo me volvería humildemente a su siniestra, y le diría: Dame ¡oh, Padre!, esto.
La finalidad última de la ciencia es la verdad; el fin último de las artes, por el contrario, es el placer.
El que sabe mucho, tiene mucho de qué preocuparse.
Más de uno se equivocó por miedo a equivocarse.
La gracia es la hermosura en movimiento.
La primera ley del arte es la verdad y la expresión.
El que no pierde de vista la meta, aunque camine muy lentamente, va siempre más veloz que el que va errante sin objeto.