Imágenes
Me colmas como la sangre en la herida fresca derramándote en su oscura huella.
Gottfried Benn
Entre tormentas ajenas, te das y te recibes a ti mismo.
¿Han amado alguna vez (fuera de la cama) ardiendo, consumidos, sedientos de desierto, después de un zumo de melocotón que viene de una boca lejana, sucumbiendo, ahogándose en la incompatibilidad de las almas?
¿Quién te bebe así y quién te reconoció en tu eternidad de placer y tristeza? ¿Esperas al dios? Espérame.
Las estrellas hacen guardia sobre los besos.
Mira: Venus con sus palomas se hace un cinturón de rosas en torno a la puerta de amor de las caderas.
Lira neurótica, pálida hiperemia, velos de presión sanguínea por medio de cafeína, nadie puede medir esto: lo siguiente, el eterno olvido entre el tú y el yo.
Sólo hay un encuentro: conjurar místicamente las cosas mediante la palabra.
El ojo mira hondamente al horizonte que la verticalidad ignora.
Otra vez lo que se anhela, el éxtasis, el tú hecho de rosas...
Días que se queman lentamente, conjuro antiguo, encantamiento, los dioses sostienen la balanza durante una hora titubeante.