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Siempre pensé que un Estado judío, estaría libre de las lacras que afligen a otras sociedades: robos, asesinatos, prostitución. Ahora veo que lo tenemos todo, y eso lacera el corazón.
Golda Meir
Podría entender que los árabes quieran borrarnos del mapa. Pero, ¿es que realmente pretenden que cooperemos con ellos en eso?
Siempre dijimos tener un arma secreta en nuestra lucha contra los árabes: el no tener alternativa.
Nuestra generación reclamó la tierra, nuestros hijos lucharon en las guerras, y nuestros nietos deberían disfrutar de la paz.
El periodo de tiempo desde nuestra independencia, ha sido el primero en muchos, muchos siglos, en que las palabras refugiado judío no han sido pronunciadas. Esto es, por que el Estado judío está dispuesto a recibir a cualquier judío: competente o no, viejo o no, enfermo o no. Nos da exactamente igual.
La paz llegará, cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros.
Ellos dicen que nosotros deberíamos estar muertos. Y nosotros decimos que queremos estar vivos. Entre la vida y la muerte, yo no conozco ningún compromiso.
No nos regocijamos con las guerras. Nos regocijamos cuando desarrollamos un nuevo tipo de algodón, o cuando las fresas florecen en Israel.
(Frente al rechazo del presidente egipcio Nasser a entrevistarse con Golda Meir): Supongamos que quisiésemos devolver territorios ocupados; ¿a quién? No podemos mandárselos a Nasser por correo.
He dado expresas instrucciones, de ser avisada personalmente cada vez que caiga un soldado nuestro, así sea en medio de la noche. Cuando el presidente Nasser dé instrucciones de ser despertado en mitad de la noche cuando caiga un soldado egipcio, llegará la paz.
(Ante la pregunta de un estudiante de la Universidad de Princeton, EE.UU., sobre qué haría Israel si Arafat reconociese al Estado de Israel): Hay un dicho en ídish que dice, si mi abuela hubiese tenido ruedas, hubiese sido una carroza.
Podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos. Pero nunca les vamos a perdonar el hacernos matar a los suyos.
(En respuesta a la observación del papa Pablo VI, quien comentó que los judíos, habiendo siendo un pueblo tan dócil y pacífico a lo largo de la historia, sea tan firme y decidido desde que tiene su propio país): Su Santidad, cuando fuimos compasivos y débiles y no tuvimos nuestro propio lugar donde vivir, nos condujeron a las cámaras de gas.
Nosotros decimos paz, y el eco nos vuelve del otro lado diciéndonos guerra.
Nunca he sido partidaria de la inflexibilidad, excepto cuando la cosa atañe a Israel. Si se nos critica por qué no nos doblegamos, porque no somos flexibles en la cuestión de ser o no ser, es porque hemos decidido que, sea como fuere, somos y seremos.
(Preguntada sobre el éxito del programa israelí de ayuda y cooperación con los países africanos): Es por que vamos allí a enseñar, no a sermonear.
Siempre sentía demasiado frío por fuera, y demasiado vacío por dentro.
Un líder que no duda antes de enviar a su nación a una guerra, no es apto para serlo.
Los que no saben llorar con todo su corazón, tampoco saben reír.
Las autoridades árabes no tendrán más remedio que sobreponerse al shock de vernos frente a frente en la mesa de negociaciones, y no en el campo de batalla.
¿No se siente menoscabada por ser la única mujer entre todos los hombres del gabinete? No lo sé. Nunca intenté ser un hombre.
Moisés nos arrastró 40 años por el desierto, para traernos al único lugar en todo el Medio Oriente donde no hay petróleo.
No es la liberación del miedo, sino el equilibrio del miedo lo que ha hecho posible la superviviencia de nuestra civilización.
Entre la vida y la muerte, yo no conozco ningún compromiso.
No podrá haber tranquilidad de un lado de la frontera, y bombardeos del otro lado. Si no tendremos paz en ambos lados, también habrá problemas en ambos.
(Ante la confesión del ex-Secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, de sentirse 'primero americano, luego Secretario de Estado, y tercero judío'): En Israel, leemos de derecha a izquierda.
El hecho de ser abuela, me da la certeza de que la paz llegará algún día al Medio Oriente: sé que también hay abuelas en Egipto, Jordania y Siria, que quieren que sus nietos vivan.
No se si las mujeres son mejores que los hombres, pero seguro no son peores.
No nos gustan las guerras, incluso cuando las ganamos.
Su Santidad, cuando fuimos compasivos, débiles y apátridas, nos condujeron a las cámaras de gas.