Imágenes
Tendré un sueño de usted nunca mía, pero tan amado por mí, y mi sueño será un paisaje sin nadie y sin árboles, artificial, como hecho todo por mí, y en mi paisaje muerto la alegría única, sin sonrisas, será poder escribir mi firma.
Gilberto Owen
La noche, que me espía por el ojo de la cerradura del sueño, gotea estrellas de ruidos inconexos.
Ya me hundo a buscarme en un te amé que quiso ser te amo, donde se desenrolla un caracol atónito al descubrir el fondo salobre de sus ecos, y los confesonarios desenredan mis arrepentimientos mentirosos. Ya me voy con mi muerte de música a otra parte. Ya no me vivo en ti. Mi noche es alta y mía.
Y yo enloquecería, no de que usted no me ame, si- no de no amarla a usted, precisamente, porque no sé cual es usted y tengo miedo de amarme en mi teoría de usted, a cada momento más falsa. En usted obscura. O no, sino obscureced ora.
Yo cruzo sin respiro por su aire irrespirable que desnuda un prodigio en cada voz con sólo dibujar y en cada pensamiento con sentirlo.
El Corazón. Yo lo usaba en los ojos.
Me ha amanecido una felicidad desolada, sin nadie más que mi alma haciéndose más y más grande, inmensa de avaricia, para amarla con mi más doloroso desinterés, en amor puro, gratuito, poesía pura y vida pura no más.
Cuando la luz emana de nosotros todo dentro de todos los otros queda en sombras y cuando nos envuelve ¡Qué negra luz nos anochece adentro!
Donde el silencio ya no dice nada porque nadie lo oye; a esta hora que no es la noche aún sino en los vacuos rincones en que ardieron nuestros ojos; donde la rosa no es ya sino el nombre sin rosa de la rosa y nuestros dedos no saben ya el contorno de las frutas ni los labios la pulpa de los labios.
Porque yo tuve un día una mañana y un amor. Fino y frío amor, tan claro que lo empañaba el tacto de pensarlo.
¿Nada de amor - ¡De nada! - para mí? Yo buscaba la frase con relieve, la palabra hecha carne de alma, luz tangible, y un rayo del sol último, en tanto hacía luz el confuso piar de mis polluelos.
Y no habré oído nunca lo que nadie me dijo: tu nombre, poesía.
Por la carne también se llega al cielo. Hay pájaros que sueñan que son pájaros y se despiertan ángeles.
Las palabras más ricas, menguante aurirrosado de la luna, se me van por el lago, verticales, en una temblorosa exaltación, a colgarse de ti. Que los poetas -que todo lo sueñan- y los amantes -que lo tienen todo- son aquí tus mendigos humillados.