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El divorcio es, en el mejor de los casos, un fracaso, y nos interesa mucho más buscar curar su causa que completar sus defectos.
Gilbert Keith Chesterton
La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.
A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.
La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas.
Bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados.
El silencio es la réplica más aguda.
El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas.
No pertenezco al tipo de hombre riguroso que prefiere expresar correctamente lo que no quiere decir antes que expresar incorrectamente lo que quiere decir.
Una descripción general de la locura podría ser que consiste en preferir el símbolo a lo que éste representa.
Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo.
Cuanto se hace con prisa queda enseguida pasado de moda; por eso nuestra civilización industrial moderna ofrece tan curiosas analogías con la barbarie.
Los cuentos de hadas son más que reales; no porque les enseñen a los niños que existen los dragones, sino porque les enseñan que se puede derrotar a los dragones.
Cuando los hombres ya no creen en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo.
Las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente.
Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?
La buena esposa es un gran consuelo para el hombre en todas las dificultades y contratiempos que jamás tuvo cuando estaba soltero.
No sólo para gobernar, sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas. Un ideal fijo, habitual, es condición para toda clase de revoluciones.
La aventura podrá ser loca, pero el aventurero, para llevarla a cabo, ha de ser cuerdo.
En un tiempo los hombres cantaban a coro alrededor de una mesa; hoy, un hombre canta sólo por la absurda razón de que sabe cantar mejor. Con el tiempo, sólo un hombre reirá por la misma razón.
Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.
La finalidad de la vida es la apreciación: no tiene sentido no apreciar las cosas, y no tiene sentido poseer más cantidad de ellas, si no se las aprecia.
Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo.
La iglesia no es la asamblea de los puros, sino el hospital de los pecadores.
La dinamita se expande; sólo destruye porque se ensancha; de la misma manera, el pensamiento sólo destruye porque se expande. El cerebro de un hombre es una bomba.
Si un hombre sabe algo es muy probable que tenga razón, pero si sabe que lo sabe, lo más probable es que esté equivocado.
Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político.
Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo.
La acción y la crítica son fáciles, el pensamiento no tanto.
Lo característico del comunismo es que reforma al carterista prohibiendo los bolsillos.
Algo similar se nos exige a los que consideramos la plutocracia como un veneno o el actual Estado plutocrático como algo semejante a una cueva de ladrones.
Ante un problema humano, los materialistas analizan la parte fácil, niegan la parte difícil y se van a casa a tomar el té.
La humildad es una virtud tan práctica, que los hombres se figuran que debe ser un vicio.
Donde acaba la biología comienza la religión.
Solamente el bígamo cree de verdad en el matrimonio.
La revolución, por su naturaleza, produce gobierno; la anarquía no produce sino más anarquía.
Todos los educadores son absolutamente dogmáticos y autoritarios. No puede existir la educación libre, porque si dejáis a un niño libre no le educaréis.
A los comienzos de toda discusión conviene fijar lo que ha de quedar fuera de la disputa; y quien la emprenda, antes de decir lo que se propone probar, ha de decir qué es lo que no desea probar.
En la tierra de la anarquía absoluta no hallaréis aventuras, pero en la de la autoridad, cuantas os plazca.
Un sinfín de filosofías podrá repetir los tópicos del Cristianismo.
La edad de oro retorna a los hombres cuando, aunque sólo sea momentáneamente, se olvidan del oro.