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El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.
Gilbert Keith Chesterton
No hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse.
Optimista es el que os mira a los ojos, pesimista, el que os mira a los pies.
El suicida es el antípoda del mártir. El mártir es un hombre que se preocupa a tal punto por lo ajeno, que olvida su propia existencia. El suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general.
Un joven puede guardarse del vicio pensando continuamente en la enfermedad. Puede guardarse de él pensando continuamente en la Virgen María. Podréis discutirme cuál de los dos métodos es más razonable, o hasta cuál es el más eficaz. Pero no puede haber discusión ninguna sobre cual es el más sano.
Un ideal fijo es condición para toda clase de revoluciones.
La fantasía nunca arrastra a la locura; lo que arrastra a la locura es precisamente la razón. Los poetas no se vuelven locos, pero sí los jugadores de ajedrez.
El juego de ponerse límites a sí mismos es uno de los secretos placeres de la vida.
Mas en este mundo, debido a alguna enfermedad en la raíz de la psicología, necesitamos que se nos recuerde que una cosa es nuestra por medio de la posibilidad de que desaparezca.
El periodismo consiste esencialmente en decir "lord Jones ha muerto" a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo.
El capitalismo es un monstruo que crece en los desiertos.
La educación es por lo menos una forma de culto de la voluntad, no de cobarde culto del hecho.
Loco es el hombre que ha perdido todo menos la razón.
Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.
La gente hace cosas que no define o no defiende.
El Cristianismo, no sólo es capaz de inferir las verdades lógicas, sino qué, cuando sobreviene el absurdo, sabe acertar -digámoslo así- las verdades ilógicas.
Las vidas de los ricos son en el fondo tan aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos pueden escoger lo que ha de sucederles. Están aburridos porque son omnipotentes... La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos.
El gran clásico es un hombre del que se puede hacer el elogio sin haberlo leído.
Es verdad que creo en los cuentos de hadas, en el sentido de que me maravilla tanto lo que existe que soy el más dispuesto a admitir lo que podría existir. Comprendo al hombre que cree en la serpiente marina porque cree que hay más peces en el mar de los que alguna vez han salido de él.
La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
Los que se revolvieron contra las primeras invasiones de la maquinaria industrial tenían razón: quizá no en pensar que reducirían el número de trabajadores, pero si en pensar que reducirían el número de los dueños.
Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros.
La gente suele pelear en general sólo porque no puede discutir.
Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios.
Lo más maravilloso de los milagros es que a veces suceden.
Es inútil estar discutiendo la eterna alternativa de la razón y la fe. La razón es, por sí misma, artículo de fe.
El miserable temor de ser sentimental es el más vil de todos los temores modernos; más vil aún que el terror que ha dado origen a la higiene.
La ficción nos la hacemos nosotros a nuestra medida.
¿Qué es lo que marca mejor a la Iglesia Universal? Pues que ofrece a toda persona lo que más necesita y que no puede conseguirse en ninguna otra parte.
El medio de amar una cosa es pensar que podríamos perderla.
El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.
Las verdades se convierten en dogmas desde el momento en que comienzan a ser discutidas.
En el mundo moderno, la libertad es lo contrario de la realidad; pero es sin embargo su ideal.
La única simplicidad que vale la pena de conservar es la del corazón, la simplicidad que acepta y goza.
Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos sin motivos.
La conversión es el comienzo de una activa, fructífera, progresiva y venturosa vida para el intelecto.
La noble tentación de ver demasiado en todas las cosas.
El mayor acto de fe que puede cumplir un hombre es el que ejecutamos todas las noches. Abandonamos nuestra identidad, entregamos nuestra alma y nuestro cuerpo al caos y la antigua noche.
El hombre que tiene fe ha de estar preparado, no sólo a ser mártir, sino a ser un loco.
El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.