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El entusiasta del karate que exagera y por lo tanto pervierte la naturaleza del arte, es un charlatán no muy sincero y ciertamente podrá tener éxito en fascinar a los que lo escuchan y convencerlos de que el karate es a veces terrible. Pero lo que dice es totalmente falso y además él lo sabe.
Gichin Funakoshi
Lo que aprendí observando estas cinchadas es que el equipo que sólo intenta ganar generalmente no lo consigue, mientras que el que interviene para disfrutar del juego sin preocuparse mucho en ganar o perder frecuentemente emerge victorioso. Esta observación es tan válida para un combate de karate como para una cinchada.
La fuerza debe usarse como último recurso, únicamente cuando el sentido de humanidad y justicia no pueden prevalecer, pero si se hace uso de los puños libremente sin consideración alguna, la persona perderá el respeto de los demás y será vilmente tratada y censurada por sus bárbaras acciones.
Por muchos años, aquí en Japón, el Karate permaneció enclaustrado detrás de las gruesas paredes de los templos, en particular aquellos de Budismo Zen; aparentemente no fue practicado por otra gente hasta que los samurái comenzaron a entrenarse en los templos y comenzaron a aprender el arte.
Un hombre común desenvainará su espada al ser ridiculizado arriesgando su vida, pero no puede ser llamado valiente por eso. El hombre verdaderamente grande no se inquieta incluso cuando de pronto se ha de enfrentar con hechos inesperados o crisis, ni se enoja cuando se encuentra en situaciones que no le incumben, y ello se debe a que posee un gran corazón y su mira es elevada.
El Maestro Azato no sólo no era superado en todo Okinawa en el arte del karate sino también sobresalía en equitación, en esgrima japonesa (Kendo) y en arquería. Él fue, más bien, un brillante erudito. Fue mi buena suerte que me prestara su atención y que recibiese mi primera instrucción en karate en tan extraordinarias manos.
Lo más importante es que el karate, como una forma de deporte usada en educación física, pueda ser lo suficientemente simple de ser practicado sin dificultades por todos, jóvenes y viejos, chicos y chicas, hombres y mujeres.
La palabra budo se escribe con el carácter chino para detener, metido dentro de otro carácter formado por dos alabardas cruzadas, y su significado final viene a ser detener el conflicto. Puesto que el karate es un budo, se debería reflexionar profundamente en este concepto tratando de no usar los puños de manera desconsiderada.
Evitar el amor propio y el dogmatismo. Una persona que se jacta en voz alta o fanfarronea por la calle de lo fuerte que es nunca merecerá verdadero respeto aún cuando por la fuerza que tenga sea muy capaz en karate o en algún otro arte marcial. Es aún más absurdo escuchar el propio engrandecimiento de uno que no tiene capacidad.
Querer al karate, quererse a sí mismo, querer a la familia y amigos: todo conduce eventualmente a querer el país de uno. El verdadero significado del karate solo puede ser adquirido a través de ese sentimiento.
El fin último tanto del karate como del sumo era el mismo: el entrenamiento del cuerpo y de la mente.
El secreto del combate reside en el arte de dirigirlo.
Se debe tener dignidad sin ferocidad. Las artes marciales deben llevar a uno a este grado. No sirve para nada el actuar temerariamente sin propósito alguno causando dañosa los demás. Los maestros y santos pueden parecer bobos. Las personas pretenciosas demuestran al mundo que son tan solo principiantes.
Él solía decir que un samurái siempre debe ser de apariencia pulcra. Después de ponerse presentable, se daba vuelta en dirección a Okinawa y hacía una reverencia similar. Solo después de que completaba estos ritos tomaba su té de la mañana.
Un caballero debe ser cortés y nunca agresivo, próximo, pero jamás atrevido; matar pero nunca humillar; ningún signo de deshonestidad puede ser encontrado en su morada; su alimentación nunca es pesada; incluso el menor error es corregido, pero sin acusación. Así es la fuerza de la voluntad.
Piensa que los brazos y las piernas son como espadas.