Imágenes
La idea de que un Espíritu del mundo exterior se encarnaba de pronto en la forma de una persona ordinaria, y obraba o intentaba obrar sobre nosotros en ciertos momentos graves de la vida, sin que esa persona tuviera conocimiento o guardara algún recuerdo, me obsesionaba con frecuencia.
Gérard de Nerval
¿Debo esconderme ante ti de mi admiración sucesiva por las religiones diversas de los países que he recorrido? Sí, me he sentido pagano en Grecia, musulmán en Egipto, panteísta en medio de los drusos y devoto sobre los mares de los astros-dioses de la Caldea; pero en Constantinopla comprendí la grandeza de esa tolerancia universal que ejercen hoy los turcos.
Aquí ha empezado para mí lo que llamaré la efusión del sueño en la vida real. A partir de este instante, todo tomaba a veces un aspecto doble -y esto, sin que al razonamiento faltara lógica jamás, sin que la memoria perdiera los más ligeros detalles de lo que me sucedía. Solamente mis acciones, insensatas en apariencia, estaban sometidas a lo que se llama ilusión, según la razón humana...
Afortunadamente había comprado uno de esos abrigos de pelo de camello llamados machlah que cubren a un hombre desde la espalda hasta los pies; con mi barba ya larga y un pañuelo enrollado alrededor de la cabeza, el disfraz estaba completo.
El sueño es una segunda vida.
La eternidad profunda sonreía en tus ojos... Oh antorchas del mundo, en el cielo encendeos.
La mujer es la sirena del hombre, o su demonio, como mejor os parezca: un monstruo adorable, pero siempre un monstruo.
Hijo de un siglo más bien escéptico que incrédulo, flotando entre dos tipos de educación contrarias, aquélla de la Revolución, que negaba todo, y aquélla de reacción social, que pretende restaurar el conjunto de las creencias cristianas. ¿Me vería yo conducido a creer todo, como nuestros padres los filósofos lo habían hecho sin protestar?
No me arrepentía de haberme establecido durante algún tiempo en El Cairo y de haberme hecho bajo todas las circunstancias un habitante de esa ciudad, la cual es la única forma sin duda alguna de comprenderla y amarla; los viajeros no se dan tiempo, de costumbre, para comprender su vida íntima y para penetrar las bellezas pintorescas, los contrastes, los recuerdos.
Me gusta depender un poco del azar: la exactitud numérica de las estaciones de ferrocarril, la precisión de los barcos de vapor que llegan a la hora y el día exactos no agradan a un poeta, ni a un pintor, ni incluso a un simple arqueólogo o coleccionista como soy yo.
¡Hombre! Pensador libre, crees que sólo tú piensas en este mundo en que la vida estalla en todo: de las fuerzas que tienes tu libertad dispone, pero de tus consejos se desentiende el cosmos.
La ignorancia no se aprende.
Existe una tonada por la que yo daría todo Mozart, Rossini y todo Weber, una vieja tonada, languideciente y fúnebre que me trae a mí solo sus secretos encantos. Cada vez que la escucho mi alma se hace doscientos años -es sobre Luis Trece- más joven.
Mi única estrella ha muerto y mi laúd lleva el sol negro de la melancolía.