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La primera condición de la humana bondad es alguna cosa que amar; la segunda, alguna cosa que reverenciar.
George Eliot
Nuestras acciones obran sobre nosostros tanto como nosotros obramos sobre ellas.
La veracidad es una planta del paraíso, y las semillas nunca han prosperado más allá de sus paredes.
El matrimonio debe ser una relación ya de simpatía o ya de conquista.
Nada es tan bueno como en un principio pareció.
Las mujeres felices, como las naciones felices, no tienen historia.
Hay que ser pobre para apreciar el placer de dar.
El premio del cumplimiento de un deber es podercumplir otro.
Para juzgar sobradamente debemos conocer cómo aprecian las cosas los ignorantes.
Era como un gallo que creía que el sol había salido para oírle cantar.
La pasión se convierte en una fuerza cuando halla salida en el trabajo de nuestro brazo, la habilidad de nuestra mano o la actividad creadora de nuestro espíritu.
Examinad bien vuestras palabras y encontraréis que, aun cuando no tenéis ningún motivo para ser falsos, es muy difícil decir la verdad exacta.
La ignorancia da una amplia gama de posibilidades.
El género de las Novelas Tontas Escritas por Mujeres tiene muchas subespecies que, según la calidad concreta de la tontería que predomine en ellas, pueden ser superficiales, prosaicas, beatas o pedantes.
Lo más meritorio de las escritoras del género de "artimaña y confección" son sus reflexiones filosóficas.
Nuestras obras nos acompañan todavía desde lejos; y lo que hemos sido, hace que seamos lo que somos.
Nadie puede ser sensato con el estómago vacío.
Bendito sea el hombre que se abstiene de hablar sobre algo cuando no tiene nada que decir al respecto.
El principio más fuerte de crecimiento humano radica en la elección.
Los dioses del hogar todavía existen para nosotros. ¡Que toda nueva religión sea tolerante con este fetichismo, si no quiere destruir sus propias raíces!
Nadie está graduado en el arte de la vida mientras no haya sido tentado.
Un hombre sabio es aquel que no sufre por las cosas que no tiene, sino que disfruta de las que sí posee.
Los seres más cercanos a nosotros, ya sea en amor u odio, son a menudo nuestros intérpretes del mundo.
Los niños son aún el símbolo del matrimonio eterno entre el amor y el deber.
Sólo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor.
¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?.
La justicia es como el reino de Dios, no existe como un hecho sin nosotros; está más bien dentro de nosotros como un gran anhelo.
En ningún momento he dudado que las mujeres sean tontas. Al fin y al cabo el Todopoderoso las creó a imagen y semejanza de los hombres.
Hay muchas personas que adquieren la costumbre de ser infelices.
No hay sentimiento, a excepción de los extremos de miedo y dolor, que no encuentra alivio en la música.
El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente.
La misma verdad toma el color de la disposición del que la dice.
El carácter no está cortado en mármol; no es algo sólido e inalterable. Es algo vivo y cambiante.
No se puede obrar prudentemente si se tiene vacío el estómago.
Debe uno ser pobre para conocer el lujo de dar.
Quien nunca tuvo almohada, no la echa de menos.
La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada, apenas oportunidad.
Un buen número de grandes escritoras, tanto vivas como fallecidas, acude a nuestra memoria como prueba de que las mujeres pueden darnos novelas no solo buenas, sino entre las mejores del mundo; novelas, además, con un valioso carácter propio, cuyas cualidades y vivencias son distintas de las que aparecen en las novelas escritas por hombres.
Su mente ofrecía la curiosa combinación de humillarse en la región del misterio y de ser muy activa, fría y razonable en la del conocimiento.
Si, tal como se acepta universalmente desde hace tiempo, una gran preparación cultural no hace sabio a un hombre, una preparación cultural mínima basta para hacer sabia a una mujer.