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El espíritu es un ser simple, indiviso y activo: en cuanto percibe las ideas se llama entendimiento; y en cuanto las produce y opera sobre ellas, se llama voluntad.
George Berkeley
¿Consiste la realidad de las cosas sensibles en ser percibidas? ¿O es algo distinto de su ser percibidas y no tiene relación alguna con la mente?
¿Y desconfiar de los sentidos, negar la existencia real de las cosas sensibles, o pretender que no se sabe nada acerca de ellas? ¿No es eso suficiente para llamar escéptico a un hombre?
La luz y los colores, el calor y el frío, la extensión y la figura, en una palabra, todo lo que vemos o sentimos, ¿Qué son sino otras tantas sensaciones, nociones, ideas o impresiones sobre nuestros sentidos?
Es tal la naturaleza del espíritu o eso que actúa, que no puede ser percibido por sí mismo, sino solamente por los efectos que produce.
¿No es razonar de la misma manera concluir que un objeto no comporta ni extensión ni forma porque a los ojos de un observador parezca pequeño, liso o redondo, y a los ojos de otro observador y en el mismo momento parezca grande, rugoso y anguloso?
No existen cosas con independencia del espíritu que las percibe.
Que no existe eso que los filósofos llaman sustancia material estoy firmemente persuadido; pero si se me hiciera ver que había algo absurdo o escéptico en eso, renunciaría a ello por la misma razón por la que yo creo que en la actualidad tengo que rechazar la opinión contraria.
Porque es incomprensible la afirmación de la existencia absoluta de los seres que no piensan, prescindiendo totalmente de que puedan ser percibidos. Su existir consiste en esto, en que se los perciba; y no se los concibe en modo alguno fuera de la mente o ser pensante que pueda tener percepción de los mismos.
La extensión, figura y movimiento no pueden concebirse sin las demás cualidades sensibles. O dicho en otros términos: donde se hallen las cualidades secundarias, las sensibles, tienen que encontrarse también las primarias, esto es, en la mente y no en otra parte.
Un grado intenso de frío es un dolor, pues sentir un frío muy grande es percibir un gran malestar; no puede, por tanto, existir fuera de la mente; pero sí puede existir un grado inferior de frío, así como también un grado inferior de calor.
Por tanto, así como es imposible ver o sentir ninguna cosa sin la actual sensación de ella, de igual modo es imposible concebir en el pensamiento un ser u objeto distinto de la sensación o percepción del mismo.
No puedo dudar de que lo que veo, oigo y toco es percibido por mí, o sea, existe, como tampoco dudo de mi propia existencia.
Escéptico es aquel que duda de todo, pero debería haber añadido, o que niega la realidad y la verdad de las cosas.
Existir es una cosa y ser percibido es otra.
Aun cuando fuera posible que las sustancias sólidas, dotadas de figuras determinadas y movibles existieran sin la mente y fuera de ella, correspondiendo a las ideas que tenemos de los cuerpos, ¿Cómo llegaríamos a conocer todo esto? Habrá de ser o por medio de los sentidos o por la razón.
Cuando nos esforzamos por concebir la existencia de objetos exteriores, no hacemos sino contemplar nuestras propias ideas.
Sabemos por experiencia que podemos despertar a voluntad las ideas en nuestra mente y variar, siempre que nos acomode, la escena que nos representan. Basta que lo queramos, e inmediatamente surge en nosotros esta o aquella idea, la cual, también con sólo quererlo, se oscurece para dejar paso a otra. Este hacer y deshacer las ideas, se llama con propiedad inteligencia activa.
Es evidente, para quien haga un examen de los objetos del conocimiento humano, que éstos son las ideas. Además de esta innumerable variedad de ideas u objetos de conocimiento, existe igualmente algo que las conoce o percibe y ejecuta diversas operaciones con ellas, un ser activo al que llamamos mente, alma, espíritu, yo.
Es ciertamente extraño que haya prevalecido entre los hombres la opinión de que casas, montes, ríos, en una palabra, cualesquiera objetos sensibles, tengan existencia real o natural distinta de la de ser percibidos por el entendimiento.
¿No se ha admitido con un buen argumento que ni el frío ni el calor existen en el agua, puesto que ésta le parece cálida a una mano y fría a otra?