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Quien tiene menos de lo que desea, ha de saber que tiene más de lo que vale.
Georg Christoph Lichtenberg
La costumbre es, en muchos casos, mala consejera. Hace que tomemos la injusticia por justicia y el error por verdad.
Profetizar resulta más lucrativo que decir la verdad.
Los relojes de arena no sólo nos recuerdan la veloz huida del tiempo, sino también el polvo en el que alguna vez nos convertiremos.
La mosca que no quiere ser cazada está más segura cuando se posa en el cazamoscas.
Querer deducir ciertas cosas de la sabiduría de Dios no es mucho mejor que hacerlo a partir del propio entendimiento.
Estoy convencido de que uno no solo se ama en otros, sino que también se odia en otros.
Los malos escritores son los que intentan expresar sus débiles ideas en el lenguaje de los buenos.
Como todas las sustancias corrosivas, el ingenio y el humor tienen que utilizarse con cautela.
¿No es extraño que se pueda acceder a los más altos cargos honoríficos del mundo (rey) sin hacer exámenes, y que a cualquier médico de provincias se le exija examinarse?
Las espadas que realizan las mayores conquistas son las que tienen diamantes incrustados.
Todos nos equivocamos, pero cada cual lo hace a su modo.
Un par de docenas de millones de minutos hacen una vida de cuarenta y cinco años y algo más.
Muchos hombres ven más la virtud en el arrepentimiento de los pecados que en el esfuerzo por evitarlos.
Quien busque la injusticia no necesitará lámpara.
Una nación que quiere contentar a todos, merece ser por todos despreciada.
La inflación es como el pecado; cada gobierno la denuncia, pero cada gobierno la practica.
Todo no puede funcionar a la perfección en el mundo, pues a los hombres aún hay que gobernarlos con engaños.
Lo que es nuevo, pocas veces es verdadero: lo verdadero casi nunca es nuevo.
Donde una vez estuvo el límite de la ciencia ahora está en el centro.
Siempre se asigna a la gloria de los hombres más célebres algo de la miopía de sus admiradores.
El sentimiento de la salud se adquiere solamente mediante la enfermedad.
No siguió el camino más ancho hacia la eternidad, ni tampoco el más angosto, sino que, a fuerza de rezar mucho y disfrutar de una buena mesa, eligió uno intermedio, que podríamos denominar clerical principesco.
No es que los oráculos hayan dejado de hablar, sino que los hombres han dejado de escucharlos.
La naturaleza ha hecho de tal momo a las mujeres que no deben actuar según principios, sino de acuerdo con sentimientos.
Lo que siempre me ha gustado en el hombre es que, siendo capaz de construir Louvres, pirámides eternas y basílicas de San Pedro, pueda contemplar fascinado la celdilla de un panal de abejas o la concha de un caracol.
Triste amor es aquel en que los amantes se acuestan por primera vez en la tumba.
Vivimos en un mundo en el que un loco hace muchos locos, mientras que un sabio hace pocos sabios.
Tales obres son como espejos: si se mira un mono es imposible que refleje un hombre.
Tendemos demasiado a creer que, cuando se tiene algún talento, el trabajo debería resultarnos fácil. ¡Esfuérzate siempre, hombre, si quieres hacer algo grande!
Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.
Dios creó al hombre a su imagen significa, probablemente, que el hombre creó a Dios a la suya.
Más de uno de nuestros sabios corrientes hubiera podido ser un gran hombre si no hubiese leído tanto.
El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío.
Es muy cierto que gran parte de los hombres que son incapaces de amar tampoco valen mucho para la amistad. Pero también se ve menudo lo contrario.
Nada revela mejor el carácter de los hombres que una burla tomada a mal.
Esfuérzate por no estar debajo de tu época.
Cuando ven a un hombre que piensa libremente, los clérigos arman un alboroto similar al de las gallinas que descubren entre sus polluelos a un patito que se lanza al agua. No piensan que algunos viven tan seguros en este elemento como ellos en seco.
Las mentiras más peligrosas son las verdades ligeramente desfiguradas.
La ocasión no sólo hace al ladrón sino también a los hombres grandes.