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No me gusta el juego de Tal, porque Botvínnik considera que no se puede ganar jugando como lo hace él, porque el ajedrez tiene sus leyes.
Garri Kaspárov
En ajedrez mi palabra es cercana a la de Dios.
Ahora sabía que había entrado al país malvado, pero no conocía las reglas de combate.
Quisiera dejar constancia de mi admiración por Kárpov, que luchó bravamente hasta el final. Yo he sentido su fuerza, moral y psicológicamente hablando.
Está claro que Artur Yusúpov está peor, pero creo que juega para ganar.
Veo en la lucha ajedrecística un modelo pasmosamente exacto de la vida humana, con su trajín diario, sus crisis y sus incesantes altibajos.
Lo que nos suceda en el futuro no depende sólo del pasado, sino de hasta qué punto lo comprendamos.
He tenido el mejor profesor particular que hubiera podido desear.
¡El ajedrez es inagotable! Se han jugado millones de partidas y se han escrito miles de obras, pero hasta ahora no existe fórmula universal ni método que garantice el triunfo. Al ir conociendo sus múltiples aspectos, uno empieza a sentir una gran atracción por este juego.
La creatividad, imaginación e intuición más que la base del medio juego, son indispensables, así como el carácter firme; el triunfo llega solamente con la lucha.
Cuando jugó 45... h5 no podía creer a mis propios ojos.
Es una pena utilizar una novedad tan fuerte con un rival tan flojo.
Cuando Botvínnik jugó contra Tal, no hubo color en el primer match y eso fue absolutamente normal. Lo anormal fue su posterior derrota.
Las piezas blancas y negras parecían representar divisiones maniquíes entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, en el mismo espíritu del hombre.