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Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el Universo.
Galileo Galilei
Mide lo que sea medible y haz medible lo que no lo sea.
Digan lo que digan, la Tierra se mueve.
En cuestiones de ciencia, la autoridad de mil no vale lo que el humilde razonamiento de un sólo individuo.
¿Quién se atreverá a poner límites al ingenio de los hombres?
Los beneficios deben escribirse en bronce, y las injurias en el aire.
La duda es madre de la invención.
Conocerse a sí mismo es el mayor saber.
Me parece que, al discutir los problemas naturales, no se debería partir de la autoridad de los pasajes de la Escritura, sino de la experiencia de los sentidos y de las demostraciones necesarias. Porque la Sagrada Escritura y la naturaleza proceden igualmente del Verbo divino, aquélla como dictado del Espíritu Santo, y ésta como la ejecutora perfectamente fiel de las órdenes de Dios.
No me siento obligado a creer que Dios que nos ha dotado de inteligencia, sentido común y raciocinio, si tuviera como objetivo privarnos de su uso.
Las palabras de la Escritura no están constreñidas a obligaciones tan severas como los efectos de la naturaleza, y Dios no se revela de modo menos excelente en los efectos de la naturaleza que en las palabras sagradas de las Escrituras.
Que disfrutes por muchos años de aquellas buenas bendiciones que te son enviadas a ti, no tanto de las estrellas, sino de Dios, el Creador y Gobernador de las estrellas.
Si pudieras ver la Tierra iluminada cuando estuvieras en un lugar tan oscuro como la noche, la verías más espléndida que la Luna.
Es una temeridad querer hacer juez de las obras de Dios a nuestro flaco entendimiento, y llamar vano o superfluo a todo aquello que en el universo no nos es de utilidad.
No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a encontrar la respuesta dentro de sí mismo.
La filosofía está escrita en ese gran libro del universo, que está continuamente abierto ante nosotros para que lo observemos.
El sol a cuyo alrededor giran tantos planetas... No se olvida de madurar un racimo de uvas.
Tanto las Sagradas Escrituras como la naturaleza proceden de la divina palabra, dos verdades no pueden contradecirse mutuamente.
La Biblia enseña a llegar al cielo; no cómo funcionan los cielos.
Nada puedes enseñar a un hombre; sólo ayudarle a encontrarlo por sí mismo.
No he conocido nunca a nadie tan ignorante que no pueda enseñarme algo.
Abjuro los susodichos errores y herejías no diré nunca más cosas por las cuales se pueda tener de mí semejante sospecha.
Todas las verdades son fáciles de entender, una vez descubiertas. El caso es descubrirlas.
Yo diría aquí algo que escuché de un eclesiástico del grado más eminente,: La intención del Espíritu Santo es enseñarnos cómo se va al cielo, no cómo funcionan los cielos.
Digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas.
La ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios.
Primero que todo, vi la luna tan cerca como si estuviese apenas a una distancia de dos semidiámetros de la tierra. Después de la luna, observé frecuentemente otros cuerpos celestes, tanto estrellas fijas como planetas, con increíble deleite.
Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pueda aprender algo de ella.
Hablar oscuramente lo sabe hacer cualquiera, con claridad lo hacen muy pocos.
Como se supone que termine algo, si aquellos peripatéticos a quienes hay que convencer se cierran hasta al argumento más sencillo.
Creo que en la discusión de los problemas naturales, deberíamos comenzar no con las escrituras, sino con experimentos y demostraciones.
El fin de la ciencia no es abrir la puerta al saber eterno, sino poner límite al error eterno.
En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona.
Aquellos que exaltan tanto la incorruptibilidad e inalterabilidad etc, creo que se ven obligados a hacerlo por el deseo que tienen de vivir mucho y el terror a la Muerte; y sin considerar que si fuésemos inmortales no nos correspondería venir al mundo. Merecen encontrarse una cabeza de Medusa, que los transforme en estatuas de ópalo o de diamante, para alcanzar la perfección que no tienen.
Recordando que la sabiduría y el poder y la bondad del Creador en ninguna parte se muestra tan bien como en los cielos y los cuerpos celestes, podemos fácilmente reconocer el gran mérito de Aquél que ha traído estos cuerpos a nuestro conocimiento, y que, a pesar de su casi infinita distancia, los ha presentado fácilmente visibles.
Infinito es el número de necios, de aquellos que no saben nada. Bastantes son los que saben poquísimo de filosofía, pocos son los que saben alguna cosilla pequeña, poquísimos los que saben alguna parte, un sólo Dios es el que la sabe toda.
La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.
Si se me permite revelar todo mi pensamiento: sin duda sería más conveniente para la dignidad de los Textos Sagrados que no se tolerara que los más superficiales y los más ignaros de los escritores los comprometieran, salpicando sus escritos con citas interpretadas o más bien extraídas en sentidos alejados de la recta intención de la Escritura, sin otro fin que la ostentación de un vano ornamento.
El gran libro de la naturaleza está escrito con símbolos matemáticos.