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El alma humana no vive sino de su incesante esfuerzo por dejar su impronta, como la de un sello imperial, sobre todas las cosas.
Gabriele D'Annunzio
¿Quien ha dicho que la vida es un sueño? La vida es un juego.
Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón.
Yo no sé qué sea más triste que ésas revelaciones fulmíneas que hacen nacer en el corazón el deseo de la felicidad.
La soledad es la prueba suprema de la humildad o de la excelsitud de un espíritu.
La vida es una sonrisa; el amor es un rayo fecundo.
La realidad es una esclava cuya obligación es obedecer.
El vestido de todas las grandes esperanzas es la belleza.
Es menester arrojar de vez en cuando en la propia llama la sal de la ironía para sentirla crepitar.
Mil pensamientos juntos no pesan tanto como un solo pensamiento, cuando está solo.
Pero el alma humana sólo vive, de su incesante esfuerzo, por marcarse en todo, como sello imperial.
Todo hombre alimenta un secreto sueño, que no es la bondad ni el amor, sino un desenfrenado deseo de placer y egoísmo.