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Desde entonces quedaron vinculados por un afecto serio, pero sin el desorden del amor.
Gabriel García Márquez
Sabía, más por escarmiento que por experiencia, que una felicidad tan fácil no podía durar mucho tiempo.
El afán de querer olvidarte es mi mayor ímpetu para recordarte.
Pero una noche, dos semanas después de que lo llevaron a la cama, Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto intermedio, y él se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real.
La diabetes es demasiado lenta para acabar con los ricos.
Siempre he creído que lo más hermoso de la creación es una mujer hermosa.
Hicimos tantas guerras, y todo para que no nos pintaran la casa de azul.
El sexo es el consuelo para los que ya no tienen amor.
Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Neruda, lo he dicho otras veces, era una especie de rey Midas, todo lo que tocaba lo convertía en poesía.
Las ideas no son de nadie.
El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.
El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta.
... le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie.
Hay que ser infiel, pero nunca desleal.
Yo sí creo que Dios existe, pero que no tiene nada que ver con los seres humanos. Anda en cosas mucho más grandes.
Siempre dí lo que sientes y haz lo que piensas.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen colgadas de un clavo.
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
Y padeció la certidumbre espantosa de que no volvería a dormir en el resto de su vida.
No le dolieron las peladuras de cal en las paredes, ni los sucios algodones de telaraña en los rincones, ni el polvo de las begonias, ni las nervaduras del comején en las vigas, ni el musgo de los quicios, ni ninguna de las trampas insidiosas de la nostalgia.
En serio, terminó con el alma: no te vayas a morir sin probar la maravilla de tirar con amor.
Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella. En cambio, estoy convencido de que sería completamente distinto si no existiera la policía. Pienso, por tanto, que habría sido más útil a la humanidad si en vez de escritor fuera terrorista.
Dale valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no.
Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar.
El hecho de que alguien no te ame como tú quieras, no significa que no te ame con todo su ser.
La ilusión no se come. No se come, pero alimenta.
Así se reanudó una amistad prohibida que por lo menos una vez se pareció al amor.
Yo me considero el mejor amigo de mis amigos, y creo que ninguno de ellos me quiere tanto como yo quiero al amigo que quiero menos.
La palabra mestizaje significa mezclar las lágrimas con la sangre que corre. ¿Qué puede esperarse de semejante brebaje?.
La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Para los europeos América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y con un revólver.
Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra.
No tenemos otro mundo al que podernos mudar.
Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor.
Ocho libros en seis años. Basta leer una sola página de cualquiera de ellos para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es él sólo, que como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos.
... los amputados sienten dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. Así se sentía ella sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba.
Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.