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¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador? Búscalo sobre la bóveda estrellada. Allí, sobre las estrellas, debe vivir.
Friedrich Schiller
La diversión es como un seguro, cuanto más viejo eres más te cuesta.
No es la vida el más grande de los bienes, y el mayor de los males es la culpa.
El hombre sólo juega cuando es libre en el pleno sentido de la palabra y sólo es plenamente hombre cuando juega.
No existe ningún hombre que si puede ganar el máximo se conforme con el mínimo.
Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá.
Los votos deberían pesarse, no contarse.
El día sigue a la noche cerrada, y cuando viene el tiempo, maduran hasta los más tardíos frutos.
Nada existe en el mundo que sea insignificante.
La excesiva libertad es base de muchos errores, y la senda del deber, mientras más estrecha, más segura.
Todo verdadero genio está obligado a ser ingenuo.
No tengáis miedo del hombre libre: temed al esclavo, si llega a romper sus cadenas.
Vivir quiere decir soñar; ser sabio significa soñar apaciblemente.
No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
La libertad sólo existe en el mundo de los sueños.
Solamente conoce el amor quien ama sin esperanza.
El encanto de la belleza estriba en su misterio; si deshacemos la trama sutil que enlaza sus elementos, se evapora toda la esencia.
Es la voluntad, la que hace al hombre grande o pequeño.
La lámpara del genio se extingue más rápido que la lámpara de la vida.
Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón.
Haciendo el bien, nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino.
Los frutos del destino caen por su propio peso, cuando están maduros.
Siempre el hombre quiere, por lo general, lo justo; pero en lo personal es egoísta.
Las mujeres tienen ojos de lince para ver las debilidades de las mujeres.
El vino no inventa nada. Sólo hace charlar sobre ello.
El reloj no marca nunca las horas para los dichosos.
Temible es siempre el temor de la fuerza aun fundada en el derecho.
Créeme, en tu corazón brilla la estrella de tu destino.
Hambre y amor mantienen cohesionada la fábrica del mundo.
Solamente cuando madura cae el fruto de la fortuna.
Quien vive entre los deleites y los vicios ha de expiarlos luego con la humillación y la miseria.
¿Qué es la mayoría? La mayoría es un absurdo: la inteligencia ha sido siempre de los pocos.
Que tu sabiduría sea la sabiduría de las canas, pero que tu corazón sea el corazón de la infancia candorosa.
A todos pertenece lo que piensas; tuyo es sólo lo que sientes: si quieres hacerlo tuyo, siente a ese Dios en el que piensas.
El tiempo es el ángel del hombre.
No le resta al hombre sino elegir con temor entre la felicidad sensual y una paz espiritual.
No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas.
Todo lo nuevo, incluso la felicidad, causa espanto.
He disfrutado de la felicidad que puede proporcionar el mundo: he amado.
Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano.