Imágenes
Y este ser sincero, el yo, habla del cuerpo y lo quiere incluso cuando sueña y se forja ilusiones y aletea con un batir de alas rotas.
Friedrich Nietzsche
Hablando francamente, es preciso que nos encolericemos alguna vez para que las cosas marchen bien.
Tenemos arte para no morir de la verdad.
Y quien ansia superarse creando posee la voluntad más pura.
Puede considerarse como un monstruoso atavismo que aún hoy el hombre vulgar está esperando las opiniones de los demás acerca de sí mismo para someterse a ellas.
Jamás he sido lo bastante modesto como para exigirme menos a mi mismo.
Un hombre de Estado divide a los seres humanos en dos especies, primero instrumentos, segundo enemigos. Propiamente no hay para él, por tanto, más que una especie de seres humanos: enemigos.
No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de los fenómenos.
No hay reglas, no hay normas, no hay leyes; no hay otra guía que un poderoso instinto de probidad, de honestidad, de bondad, de honradez.
Lo que un teólogo siente como verdadero, eso es, necesariamente, falso: en esto se tiene casi un criterio de verdad.
La mujer fue el segundo fallo de Dios. La mujer es, por su esencia, serpiente, Eva - esto lo sabe todo sacerdote; de la mujer viene todo infortunio al mundo esto lo sabe asimismo todo sacerdote. Por consiguiente, también la ciencia viene de ella...
Yo no comprendo cómo un alemán ha podido tener alguna vez sentimientos cristianos.
Resulta difícil imaginar como de este estado enfermizo puede surgir algo tan vital, ese canto de amor a la vida que son las palabras del Zaratustra.
Te creo capaz de cualquier maldad, de ahí que te pido la bondad.
Constituye una fineza el que Dios aprendiese griego cuando quiso hacerse escritor - y el que no lo aprendiese mejor.
Lo que sirve de alimento y fortaleza para los hombres superiores, debe ser casi un veneno para los hombres inferiores.
La única disculpa de Dios es que no existe.
¿Qué destruye más rápidamente que trabajar, pensar, sentir sin necesidad interna, sin una elección profundamente personal, sin placer, ¿como un autómata del deber? Es ésta precisamente la receta de la décadence, incluso del idiotismo... Kant se volvió idiota.
Es lícito establecer una ecuación perfecta entre el cristiano y el anarquista: su finalidad, su instinto tienden sólo a la destrucción.
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda sobre un abismo.
¿Te propones arrastrar de nuevo tu cuerpo por ti mismo?
De hecho, no se es filólogo y médico sin ser también, al mismo tiempo, anticristiano.
Es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro.
La preponderencia del dolor sobre el placer es la causa de nuestra moral y de nuestra religión ficticias.
Estoy a 6000 pies más allá del hombre y del tiempo.
El evangelio de los humildes hace humildes.
Qué sabe del amor quien no ha tenido que despreciar precisamente lo que más amaba.
¡Oh, voluntad, viraje de toda necesidad, necesidad mía! ¡Resérvame para una gran victoria!
No toméis afección jamás a una persona, toda persona es una prisión, un vínculo. No cobréis afección tampoco a la patria.
La naturaleza y no Dios es lo que separa a los hombres que dominan por su entendimiento, por la fuerza o por el carácter.
Contra la depresión emplea la vida al aire libre, la sobriedad, la selección de los manjares, la prudencia ante los licores, ninguna preocupación y control de las emociones.
Sólo donde hay sepulcros puede haber resurrecciones.
Llamo yo al matrimonio la voluntad de dos de crear el uno que sea superior a los que lo crearon.
Todo desprecio de la vida sexual es un crimen contra la vida.
Ahora son unos libertinos, y el héroe los fastidia y horroriza.
Siempre me ha parecido hacer mejor en aprender a alegrarme más.
Casos singulares en diversos puntos de la tierra que llevan a un tipo superior: el superhombre.
La fe como imperativo es el veto contra la ciencia.
En lugar de decir yo no valgo nada, la mentira moral dice por boca del decadente: nada hay que tenga valor, la vida no vale nada.
Toda falta es consecuencia de una degeneración del instinto.