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Encontramos a menudo una benevolencia inexplicable que nos ofende, porque demuestra que no se nos toma bastante en serio.
Friedrich Nietzsche
La necesidad de creer es una necesidad de los débiles. El hombre débil necesita depender.
Nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía.
A la mujer le gusta creer que el amor puede lograr cualquier cosa; es su superstición personal.
Alguien dijo: hay dos personas sobre las cuales nunca he reflexionado a fondo: es el testimonio de mi amor por ellas.
La vida es siempre más dura conforme se va elevando, aumenta el frío, aumenta la responsabilidad.
Fuente de alegría es la vida. Mas donde la chusma va a beber con los demás, todos los pozos quedan envenenados.
Todavía esta abierta la tierra a las almas grandes.
Sólo después de instituida la ley se puede hablar de justicia y de injusticia.
El problema es que se perdió la condición primera de la educación.
El hombre se define como ser que evalúa, como ser que ama por excelencia.
No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior.
No quiero labrar mi felicidad; quiero realizar mi obra.
La vanidad de otro no va contra nuestro gusto, sino cuando va contra nuestra vanidad.
El aforismo, la sentencia en que yo soy maestro y el primero entre los alemanes, son las formas de la eternidad; mi ambición es la de decir en diez frases lo que otro dice en un libro, lo que ningún otro dice en un libro.
Los valores en los que hoy en día la humanidad sintetiza sus más altos deseos son valores de decadencia.
Dada en el día de la salvación en el día primero del año uno. (el 30 de septiembre de 1888 de la falsa cronología).
El cristianismo negó el profundo instinto del modo como debe vivirse para sentirse en el cielo, para sentirse eterno.
Para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias, es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente, muy peligroso; más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
La salvación del alma -dicho claramente: el mundo gira alrededor de mí...
En algunos la capacidad es una virtud; en muchos es casi un vicio.
Siempre que lo que se disputa en el juego no es ni el amor ni el odio, las mujeres juegan torpemente.
Aun el hombre más razonable tiene necesidad de volver a la Naturaleza, es decir, a su relación fundamental ilógica con todas las cosas.
Lo que él mismo no creía, creyéndolo los idiotas entre los cuales arrojó su doctrina. - Su necesidad era el poder; con Pablo, una vez más quiso el sacerdote alcanzar el poder...
Los parientes de un suicida siempre toman a mal que éste no decidiera continuar viviendo en atención a la dignidad de familiar.
Seguir su filosofía es seguir nuestra propia filosofía, lo que implica tener una.
Las convicciones son prisiones.
Se parecen ellos a los exaltados; pero lo que los exalta no es su corazón, sino la venganza. Y cuando se vuelven finos y fríos no es su espíritu, sino la envidia.
No nos dejemos inducir a error: los grandes espíritus son escépticos. Zaratustra es un escéptico. La fortaleza, la libertad nacida de la fuerza y del exceso de fuerza del espíritu se prueba mediante el escepticismo.
La predicación de la castidad es una evidente provocación a la contranaturaleza.
Siempre las estupideces más grandes han sido cometidas por los compasivos.
Y es que nada hay tan difícil como cerrar por amor la mano abierta y avergonzarse de su generosidad.
¡Ay, hermanos, ese dios que yo creé era obra humana y demencia humana, como todos los dioses!
El ideal es siempre muy cambiante, y el conocimiento que se necesita para alcanzarle falta casi siempre.
Las épocas de mayor esplendor de nuestra vida son aquellas en las cuales reunimos el valor suficiente para declarar que lo malo que hay en nosotros es lo mejor de nosotros mismos.
La sabiduría, se tiene sed de ella sin poder apagarla jamás.
El egoísmo es la esencia misma de un alma noble.
El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.
El hombre necesario del porvenir ha debido hallarse siempre en contradicción con su época.
El budismo no es una religión en que meramente se aspire a la perfección: lo perfecto es el caso normal.